Desde el inicio del contexto de aislamiento producido por la COVID 19 han crecido las consultas a las instituciones y sitios web dedicados a la asistencia de víctimas de violencia de género. Esta tendencia ha llamado la atención de sociólogos, políticos, y demás profesionales locales afines por ocurrir en el mundo y no solo en nuestro país.
Según un informe de la organización no gubernamental británica Oxfam publicado con motivo del 30 aniversario de los 16 días de activismo contra la violencia de género, han crecido de manera considerable los casos, siendo la India el principal país afectado con un 250 por ciento de aumento en la tasa de consultas.
Los 16 días de activismo contra la violencia de género representan un evento internacional que se celebra anualmente entre el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos.
El estudio es de relevancia mundial dado que Oxfam (Oxford Committe for Famine Relief), fundado en Gran Bretaña en 1942, es una gran confederación formada por 20 organizaciones de todo el mundo que trabaja en más de 90 países. Para desarrollar el trabajo colaboran con más de 3000 organizaciones locales. Todos estos grupos mantienen independencia e identidad, pero comparten los mismos principios éticos.
Han crecido de manera considerable los casos, siendo la India el principal país afectado con un 250 por ciento de aumento en la tasa de consultas.
Se analizaron diez países del mundo, Argentina, China, Chipre, Colombia, Italia, Malasia, Reino Unido, Somalia, Sudáfrica y Túnez, y hallaron el número de llamadas a líneas telefónicas de ayuda creció entre un 25 y el 111 %.
Entre estos diez países, el menor porcentaje lo obtuvo la Argentina y el mayor, Malasia. En este último, los asesores y personas encargadas de asociaciones de ayuda a la víctima de violencia doméstica aseveraron que no podían acceder a mujeres y niñas gravemente heridas o con pensamientos suicidas, ni a aquellas cuyos cónyuges controlan su acceso a internet y al teléfono.
¿A qué se debe este dramático crecimiento de casos de violencia doméstica?
Según la directora ejecutiva de Oxfam, Gabriela Bucher, el confinamiento obligatorio por COVID-19 generó “ansiedad social y personal, estrés, presión económica, aislamiento social” y “un mayor consumo de alcohol y drogas”. Considera que es inadmisible que se viva lo que llamó un “doble confinamiento”, refiriéndose a la dramática situación de tantas mujeres, niñxs, y personas del LGBTQIA (lesbiana, gay, bisexual, transgénero, transexual, travesti, intersexual y queer).
Políticas preventivas
De acuerdo con el análisis que realizan en el informe, es urgente generar programas de contención a lasvíctimas, que sean accesibles y expeditivos para lograr frenar la situación de vulnerabilidad a las que están expuestas. De perpetuarse esta violencia sin freno, se correría el riesgo de retroceder y perder los logros de los últimos 30 años en materia de empoderamiento de las mujeres. Se publicó esta investigación con el énfasis puesto en generar políticas de urgencia en la temática y lograr ya mismo las acciones necesarias para que cese el crecimiento de las tasas de pedidos de ayuda. Para la directora de Oxfam, las estrategias deben ser sólidas y urgentes. Hay que abordar la desigualdad estructural, esta es la clave para conseguir justicia de género. La representante de Oxfam argentina, la licenciada Camila GarcíaToriguelli, responsable del crecimiento internacional de la institución, propone que sería interesante abordar las raíces de todas estas desigualdades que contribuyen a la discriminación de mujeres y niñas y que son uno de los obstáculos más importantes en el objetivo de poner fin a la pobreza, dado que esta es factor clave para favorecer la vulnerabilidad de las víctimas de violencia doméstica.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) ha tomado como central el abordaje de las mujeres víctimas de violencia y de las mujeres en general, cuidadoras al frente de la crisis. Esta organización internacional ONU-MUJERES, señala que a partir de la COVID-19 se está creando rápidamente una crisis de atención, si bien los trabajadores de la salud son protagónicos en este momento, las mujeres del mundo también están dedicando miles de millones de horas de cuidados cada día, tanto remuneradas como no remuneradas, para permitir la continuación de la vida diaria.
Hay que abordar la desigualdad estructural, esta es la clave para conseguir justicia de género.
Las mujeres constituyen dos tercios de la población activa mundial de cuidados remunerados, y la mayoría de los cuidadores remunerados de los ancianos, tanto en las instalaciones como en la atención domiciliaria. Estas trabajadoras con salarios bajos deben ser visibles para los responsables de la formulación de políticas, con el fin de garantizar que su contribución sea valorada y que estén protegidas, incluso con acceso a un equipo de protección personal escaso. En caso contrario afirma, Laura Turquet, gerenta y coautora de ONU-MUJERES, muchas de ellas están expuestas a no poder abandonar el agresor y permanecer en sus hogares, soportando aún más violencia.