El diseño interdisciplinar nos trae la posibilidad de nutrir y aprender de otras ramas disciplinares. En este caso se trata de entender cómo desde la biología se pueden hacer aportes para generar una arquitectura más sustentable y ecológica tan solo mirando el comportamiento de los seres vivos. Dicen que la naturaleza es sabia, y la biomimética nos lo viene a demostrar una vez más.
Desde hace algunos años dejamos de pensar en las distintas disciplinas como algo aislado, sino que comenzamos a entender que podíamos nutrirnos de distintas ramas y colaborar entre todas para generar nuevos conocimientos. Esto fomentó la interdisciplina y una forma de ver las cosas de manera más global donde se entrecruzan diferentes problemáticas y se elabora un pensamiento conjunto.
El encuentro entre la arquitectura y las ciencias biológicas se fortaleció en el siglo XXI a través de la búsqueda de soluciones frente el calentamiento global, el uso eficiente de recursos y los problemas ecológicos y ambientales; cuestiones que hoy nos tocan cada vez más de cerca.
Cuando hablamos de biomimética nos referimos al estudio de las estructuras biológicas y sus funciones. La palabra proviene del griego bios que significa vida y mimesis que es imitar, entonces es una ciencia que se encarga de estudiar e imitar distintas funciones de los seres vivos para aplicarlas en otros campos de experiencia como, en este caso, la Arquitectura. Esto va más allá de cualquier búsqueda estética y morfológica, sino que comprende el entendimiento de los distintos mecanismos naturales que la rigen. Es una abstracción, transferencia y adaptación de los sistemas que se encuentran en la naturaleza.
Nada más sabio que la naturaleza para recurrir a la hora de innovar y buscar mejores soluciones. Y esta nos abre un nuevo abanico de posibilidades a partir de la cual diseñar y explorar diferentes alternativas a la hora de construir y fabricar estructuras. Los seres vivos son expertos en crear cosas complejas de la manera más eficiente. ¿Entonces, por qué no imitarlos?
Un ejemplo es el Eastgate Center, un edificio de oficinas y centro comercial en la capital de Zimbawe. La idea consistió en intentar minimizar los costos de regulación de la temperatura interna del edificio para lo que el arquitecto Mick Pearce se inspiró en los montículos que construyen las termitas para cultivar hongos.
Estos insectos crean sus propios sistemas que hacen que circule el aire frío y caliente entre el montículo y el exterior. Las construcciones de estos pequeños diseñadores comienzan con unas galerías en la parte inferior generando huecos en la tierra húmeda donde el aire va circulando y hace que su temperatura disminuya. Este proceso, denominado refrigeración por evaporación, hace que el aire caliente ascienda y sea expulsado a través de una especie de chimenea y otras aberturas que actúan como aventanamientos de los termiteros.
El proyecto del Eastgate se constituye de dos edificios unidos por una cubierta de vidrio que permite la libre circulación del aire. Su refrigeración se basa en este principio que capta el aire de menor temperatura que se da por las noches y se introduce a través de ventiladores de admisión. Así, el aire circula a través del edificio por unos conductos de hormigón y se introduce a las oficinas a través de orificios en los zócalos. A medida que el aire asciende se va calentando y se expulsa al exterior por unas chimeneas de ladrillo.
La temperatura interior se mantiene entre 21 y 25 grados, cuando en el exterior puede variar desde los 31 grados en el día y hasta los 5 durante la noche. Esto hace que no se requiera de aire acondicionado y solo se utiliza un 10% de la energía que se requeriría para ventilar un edificio de su tamaño.
La solución propuesta viene a enseñarnos que podemos nutrirnos y aprender de todo aquello que nos rodea, al tiempo que alumbra un cambio de paradigma que permita dejar de relacionarnos con la naturaleza como si fuera meramente un recurso desde el cual nos proveemos, sino que tomemos un camino de aprendizaje para diseñar un futuro más amable, instintivo y natural con el entorno.
Los recursos del planeta no son infinitos y por eso es importante encontrar un diseño que trabaje en conjunto con el medioambiente y nos permita ser consecuentes con la arquitectura que necesitamos hoy.
Ángela Maffioli es arquitecta en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Universidad de Buenos Aires
Si te interesó el tema, otros ejemplos para investigar son el conocido Estadio Nacional de Pekín diseñado por los arquitectos suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron y conocido comúnmente como El nido del pájaro; o el Cubo de Agua proyectado por la firma australiana PTW Architects para el Centro Acuático Nacional de Pekín.
Nido de pájaro