Los animales de experimentación son piezas claves en la biomedicina, tanto en la investigación como en las pruebas diagnósticas y en los controles de productos farmacéuticos. Gran parte de los avances que hoy gozamos no hubieran sido posibles sin usar animales no humanos. Ahora bien, se impone cada vez más un férreo compromiso y un desafío bioético irrenunciable a todos quienes participen en procesos que impliquen animales, así como a la propia institución científica o académica donde tales prácticas se realicen.
El valor científico de la investigación con animales es innegable y su contribución al conocimiento en diversas disciplinas tales como la fisiología, la fisiopatología y la farmacología ha permitido un aumento en la expectativa y en la calidad de vida de muchos humanos y animales.
Las razones éticas y científicas para emplear animales en la investigación han sufrido transformaciones desde los primeros experimentos realizados en la Antigua Grecia. Muchos descubrimientos significativos para la humanidad se han realizado en animales, la demostración de la circulación sanguínea realizada por William Harvey (Exercitatio anatomica de motu cordis et sanguinis in animalibus, 1628), el descubrimiento del funcionamiento de los pulmones (Preserving animals alive by blowing through their lung with bellows, 1667), entre tantos otros ejemplos. Sin embargo, esos experimentos, que a la luz de la mirada actual serían altamente cuestionables, fueron realizados en la era preanestésica y en otro contexto histórico.
Ya desde mediados del siglo pasado ha venido registrándose una creciente empatía social y consideración moral a los animales no humanos y la preocupación por evitar cualquier conducta cruel que los humanos pudiesen ejercer sobre ellos. Aunque se han presentado diversas propuestas para orientar a los investigadores que trabajan con animales en sus proyectos, la que mayor consenso ha registrado fue la postulada por dos investigadores ingleses, W.M.S. Russell y R.L. Burch, en su obra The Principle of Humane Experimental Technique, publicada en 1959. Allí los expertos propusieron el concepto de “Las tres erres”, refiriéndose a la aplicación del Reemplazo, Reducción y Refinamiento durante la investigación no clínica.
El concepto de Reemplazo propone el uso de métodos que eviten o sustituyan el uso de animales de experimentación. En este sentido se plantean reemplazos absolutos, sustituyendo el conocimiento generado con la experimentación en animales por el uso de métodos in vitro con líneas celulares humanas o animales, modelos matemáticos, comutacionales o métodos fisicoquímicos.
El concepto de Reducción hace referencia a aquellas estrategias que permiten obtener información científicamente válida utilizando el menor número posible de animales, o maximizando la información obtenida por cada individuo experimental. El diseño experimental y el análisis estadístico adecuados o el empleo de técnicas imagenológicas son estrategias que permiten reducir la cantidad de animales empleados en una investigación no clínica.
Finalmente, el concepto de Refinamiento se enfoca en los procedimientos que permiten minimizar el dolor, el estrés o el sufrimiento, mejorando el bienestar general de los animales de experimentación en todas sus etapas vitales. El diseño experimental y el análisis estadístico adecuados, y el empleo de técnicas imagenológicas son estrategias que respetan este principio y permiten reducir los animales empleados en una investigación no clínica.
Aunque estos conceptos, como ya se dijo, fueron descriptos por primera vez en 1959, su aplicación con fines de investigación y registro resultó ser más tardío. En los Estados Unidos la Food and Drug Administration (FDA), en 1969, efectuó un relevamiento de laboratorios que realizaban estudios toxicológicos en animales, en el que señaló no solo deficiencias en los registros de las observaciones, sino en las condiciones ambientales de los animales; y advirtió además, que detectar tempranamente las deficiencias en estas condiciones podría evitar el empleo de información científicamente cuestionable, derivada investigaciones inexactas o poco rigurosas. Frente a esta realidad, y con el objetivo de garantizar la salud y el bienestar animal, la FDA estableció la primera Guía de Buenas prácticas de laboratorio el 19 de noviembre de 1976, que incluye entre otros, el cuidado de los animales, las instalaciones, el equipamiento, el diseño del estudio y el reporte de los resultados. El objetivo primordial fue proveer de estándares para que los resultados de los estudios no clínicos mejoren su calidad y puedan ser comparables.
De manera análoga, en 1985 una enmienda a las regulaciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) introdujo el requisito de que cada institución cree un Comité Institucional de Cuidado y uso de animales de laboratorio (IACUC), integrado por al menos 3 miembros, incluyendo un veterinario y una persona no relacionada con la institución. Su misión consistía en ser un agente dentro de la institución que asegurara el cumplimiento de las regulaciones relacionadas al bienestar animal impartidas por el USDA. En la misma línea, la primera guía para Comités de Cuidado y Uso de animales de laboratorio de adopción voluntaria fue publicada por el National Institute of Health (NIH) en 1963, cuya última actualización fue realizada en 2010.
Por otra parte, en Europa, aunque en ya 1835 se había establecido formalmente en Gran Bretaña la primera acta con el fin de evitar la crueldad contra los animales, no fue sino hasta el 24 de noviembre de 1986 que la comunidad europea estableció un marco normativo para regular la protección de los animales empleados con fines experimentales u otros propósitos científicos (86/609/EEC), que fue posteriormente actualizada a la luz de los nuevos conocimientos y publicada finalmente en el año 2010 (Directiva europea 2010/63/EU).
En la Argentina, desde 1954 existe una ley que contempla sanciones para quienes ejerzan actos de crueldad contra los animales, pero esta ley no hace ninguna referencia particular a la experimentación con animales con fines de investigación o regulatorios, representando una deuda pendiente que tiene nuestra sociedad. Sin embargo, se dispone de reglamentaciones más actuales relacionadas con el tema, dictadas por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología médica (ANMAT), y por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA).
En este contexto mundial y nacional, en 2004 nuestra Universidad firmó la resolución 4081 que aprobó el Reglamento para el cuidado y uso de animales de laboratorio dentro del ámbito de la Universidad de Buenos Aires. En este marco, según Resolucíón 250 de 2014 se creó en la Facultad de Farmacia y Bioquímica (FFyB) el Comité Institucional para el Cuidado y Uso de Animales de Laboratorio (CICUAL). Este comité está formado por profesores, auxiliares docentes, ambos con experiencia en la investigación y/u otros usos de animales de experimentación; un representante del bioterio de la facultad; un veterinario con experiencia en el cuidado y el uso de animales de experimentación; un auxiliar docente o no docente y un miembro de la comunidad que no tenga relación con el tema.
Una de las funciones relevantes de este comité es garantizar que toda investigación básica, aplicada o experimentación con fines regulatorios que emplee animales de laboratorio realizada en el ámbito de FFyB tenga un respaldo ético que justifique su realización. Por dicha razón, en los formularios diseñados por los integrantes del Comité los investigadores deben demostrar haber utilizado ensayos in vitro que sustenten la necesidad de realizar ensayos in vivo o que la información requerida no es factible de obtener, por lo menos hasta el momento, por otra vía experimental.
Es primordial para el Comité fomentar que el personal involucrado en el uso de los animales de experimentación esté capacitado y adecuadamente entrenado para realizar los procedimientos necesarios para llegar al objetivo planteado y con esa visión el Comité realiza jornadas anuales de actualización con especialistas en diferentes temas tales como comportamiento animal, bioseguridad, ética, Punto Final Humanitario, Diseño experimental, uso de anestésicos y analgésico recomendados en roedores y lagomorfos que son las especies más empleadas en los diferentes grupos de investigación de nuestra Facultad.
El cumplimiento de normativas locales, nacionales e internacionales vigentes que fomenten y regulen el uso adecuado de los animales de experimentación debe estar garantizado institucionalmente y es potestad de los comités de ética supervisar su cumplimiento.
Es necesario tomar conciencia de que emplear animales no humanos en la investigación científica es un privilegio y como tal debemos asumirlo con responsabilidad y humildad.
Dra. Susana Gorczalzany
Profesora adjunta, Cátedra de Farmacología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, Universidad de Buenos Aires (FFyB-UBA).
Coordinadora del Comité Institucional para el Cuidado y Uso de Animales de Laboratorio (CICUAL) de la FFyB.
Referencias bibliográficas
Russell W.M.S. and Burch R.L. The Principles of Humane Experimental Technique. http://altweb.jhsph.edu/pubs/books/humane_exp/het-toc FONDECYT-CONICYT. Aspectos Bioéticos de la Experimentación Animal. Comité Asesor de Bioética, 2009.
Cuesta Brey, Luis y Sánchez Rodríguez, Kyrenia. Aspectos éticos de la experimentación con animales. Bioética, mayo-agosto, 2017:27.