Recientes estudios confirman que los dolores musculoesqueléticos forman parte de los síntomas más frecuentes asociados a la infección por COVID-19 y pueden presentarse hasta en el 50 % de los pacientes. Los dolores articulares y musculares se presentan tanto en la fase aguda como meses después de haber finalizado la infección. Es incesante la búsqueda de nuevas alternativas terapéuticas para paliar estas condiciones.
La pandemia originada por el COVID-19 continúa siendo un tema de tendencia debido a su impacto global, sobre todo en lo referente a la salud. A pesar de ser una afección predominantemente de las vías respiratorias, este nuevo virus genera un impacto multiorgánico, es decir, se presentan síntomas en todos los sistemas del cuerpo humano. Así, las mialgias y artralgias son frecuentes tanto durante el proceso agudo, y afectan al 25-50 % de pacientes, como también pueden permanecer durante meses después de haber finalizado la infección, lo cual genera disminución de la calidad de vida.
Las mialgias y artralgias son frecuentes tanto durante el proceso agudo, y afectan al 25-50 % de pacientes, como también pueden permanecer durante meses después.
La patología está causada por el coronavirus del síndrome respiratorio severo agudo, más conocido por su abreviación en inglés SARS-CoV-2, detectado por primera vez en la ciudad de Wuhan en China hace ya tres años. La pandemia generada por este virus se cobró ya alrededor de 6,5 millones de muertes y causó más de 630 millones de infecciones. Los factores de riesgo para el desarrollo de COVID persistente descriptos hasta la fecha son la edad avanzada, el género femenino y sufrir dolor muscular durante la fase aguda de la enfermedad.
Un estudio reciente llevado a cabo por investigadores de la Escuela de Farmacia de la Universidad Southern Illinois Edwardsville de EE.UU, encontró que en el síndrome de COVID persistente, es decir, aquel con síntomas físicos o neuropsiquiátricos presentes más allá de 12 semanas del inicio del cuadro, la artralgia tiene hasta un 19 % de prevalencia. Las articulaciones más afectadas son las rodillas, los tobillos y la columna vertebral. En la mayoría de los casos el dolor desaparece al cabo de aproximadamente 2 meses y no parece dejar secuelas permanentes, aunque se ha descripto que hasta en el 12 % de los casos pueden durar incluso un año.
Al tratarse de una patología reciente, aún continúan realizándose estudios clínicos sobre los mecanismos y las posibles secuelas derivadas de estos dolores crónicos, tanto como de los tratamientos enfocados a paliarlos. En este artículo se realiza un análisis de las últimas investigaciones en el tema, que parecen estar más centradas en estas comorbilidades a largo plazo que en la etapa aguda.
¿DE QUÉ MANERA ACTÚA EL COVID-19?
El mecanismo por el cual el COVID-19 afecta a las articulaciones parecería estar explicado por su ingreso a través del receptor ACE2 presente en el endotelio de numerosos tipos de células, generando disfunción simplemente por medio de la infección. La ACE2 no solo es una enzima, sino también un receptor funcional en las superficies celulares para el SARS-CoV-2. Presenta alta expresión en el corazón, los testículos, los riñones y los pulmones; también se vierte en el plasma. La desregulación de la ACE2 y, por ende, del sistema renina-angiotensina (SRA), conduce a un estado de inflamación sistémica y a la generación de hipertensión arterial, con sus consecuentes cambios osteoartríticos en las articulaciones.
La ACE2 no solo es una enzima, sino también un receptor funcional en las superficies celulares para el SARS-CoV-2. Presenta alta expresión en el corazón, los testículos, los riñones y los pulmones.
También se ha propuesto que la autoinmunidad provocada por anticuerpos antinucleares (ANA) es una posible etiología subyacente del post-COVID, como se da cuenta en un estudio realizado en la Escuela de Medicina de la Universidad de Miami, EE.UU. Allí se ha sugerido la existencia de una relación entre el título sérico de estos anticuerpos y el dolor articular hasta 7 meses después de la etapa aguda de la infección. Dicho de modo sencillo: el sistema inmunitario produce una gran cantidad de proteínas llamadas anticuerpos para ayudar en la defensa contra microorganismos infecciosos. Pero, en ciertas circunstancias, ́se equivocan´, comienzan a ´desconocer´ a las proteínas y otros componentes normales y los tratan como invasores peligrosos. Se convierten, así, en autoanticuerpos capaces de desencadenar cascadas inflamatorias que llevan al cuerpo a atacarse a sí mismo. Cuando embisten contra las proteínas “normales” del núcleo de las células se denominan anticuerpos antinucleares. La mayoría de las personas tienen autoanticuerpos pero en pequeñas cantidades; ahora bien, si su número se dispara pueden generar enfermedades autoinmunes.
Otro mecanismo que fue postulado, ya conocido en otros virus, es el de mimetismo molecular, fenómeno por el cual las células inmunitarias reaccionan frente a epítopes del propio organismo por ser muy similares a epítopes presentes en los virus.
SARS-COV-2: ESTÁN BUSCANDO LA HORMA DE TU ZAPATO
Afortunadamente, en la actualidad se evalúan variadas alternativas terapéuticas para el COVID a largo plazo con el objetivo de paliar las secuelas, no solo en lo referente al sistema locomotor. Daremos cuenta de algunas de ellas.
Investigadores del Departamento de Ingeniería Biomédica y de Microbiología de la Universidad Politécnica de Hong Kong y de la Universidad de Hong Kong han señalado en una revisión reciente que el mayor interés se halla en las drogas con acción sobre el SRA. La atención se centra principalmente en los moduladores de este sistema para regular la expresión de la ACE2, los bloqueantes del receptor de angiotensina y los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina. Así también, el sistema nicotínico-colinérgico ha demostrado ser relevante en esta regulación por este grupo de investigadores de China.
Como se ha dicho, el COVID-19 genera una respuesta inmune exagerada en determinados casos, por lo cual la terapia inmunomoduladora que incluye corticosteroides, y tocilizumab también puede desempeñar un papel importante en la disminución de la sintomatología.
En otro orden de cosas: existen en nuestro organismo ritmos biológicos que ocurren de forma cíclica y se encargan de mantener las funciones fisiológicas. El más conocido es el ritmo circadiano, relacionado con el sueño y la vigilia, el cual se ve influenciado por factores (sincronizadores) externos e internos. El estudio de la biología de las infecciones por virus influenciada por el reloj circadiano es un campo emergente que investiga las relaciones entre este sistema, el inmunitario, las interacciones entre el huésped y el virus, y el desarrollo de agentes terapéuticos. Hay varios aspectos del sistema inmunitario que están bajo el control del reloj circadiano, al igual que la entrada y la replicación viral del SARS-CoV-2. A modo de ejemplo, se observó que el modulador del reloj circadiano SRT2183, droga que se encuentra en estudio como activador de la sirtuina SIRT1, inhibe la función de la proteasa principal (llamada Mpro) del proceso de replicación viral del SARS-CoV-2, lo cual podría ser utilizado como tratamiento en la infección por el mismo. Los postulados de esta hipótesis han sido planteados recientemente por un consorcio de investigadores de numerosas universidades de Europa y de Asia.
Hay varios aspectos del sistema inmunitario que están bajo el control del reloj circadiano, al igual que la entrada y la replicación viral del SARS-CoV-2.
A medida que se acerca el fin de la pandemia generada por el COVID-19, la humanidad se enfrenta al desafío de desarrollar nuevos tratamientos que aún permanecen en estudio para mitigar las secuelas ocasionadas y así poder mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Tamara Dainotto es médica por la Universidad de Buenos Aires (UBA), especialista en Ortopedia y Traumatología; actualmente cursa el Doctorado en Ciencias Biomédicas en la Universidad Católica Argentina (UCA). Alumna de curso de Periodismo Médico y Comunicación en Salud (SAPEM)
Referencias
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