Durante 2020 evidencias científicas publicadas en las bases de datos de PubMed y LitCovid demostraron la relación entre el óptimo estado de 6 vitaminas clave y su impacto sobre el funcionamiento apropiado del sistema inmunológico, así como su potencial papel en la prevención y el tratamiento de la COVID-19.
Tanto al inicio de la pandemia, como en la actualidad, el empleo del tapabocas y la implementación de estadios de cuarentena han demostrado ser las estrategias más eficaces a la hora de prevenir el contagio del nuevo coronavirus, constituyéndose en las opciones sugeridas por autoridades sanitarias y elegidas por sociedades a nivel mundial. En el contexto actual de pandemia, en el que ya empieza a hablarse del acceso pronto a las vacunas, se cuenta con estudios de investigación clínica que demuestran el nexo entre las vitaminas y la COVID-19.
Pero la relación entre las vitaminas y la salud no es novedad, es conocida desde la Antigüedad cuando Hipócrates sentenciaba: “Que tu alimento sea tu medicina”, enfatizando en un enfoque preventivo de la enfermedad, y promotor y protector de la salud. En el siglo XVIII James Lind, un cirujano de la marina británica, demostró que las limas y las naranjas curaban el escorbuto de los marinos, mientras que otros remedios, como el vinagre y la sidra, no lo hacían. El escorbuto es una enfermedad que afecta principalmente en la boca, provocando la caída de los dientes y muelas, grandes hemorragias de las encías y putrefacción general de toda la zona bucal. Por último, el bioquímico Casimir Funk certificó en 1912 el término vitamina para denominar a “los factores accesorios de los alimentos necesarios para la vida”.
De estos factores accesorios, “las Vitaminas A, C, D, B6, B9 y B12 han demostrado ser cruciales para mantener los componentes inmunes con su actividad normal, ayudando a prevenir y tratar infecciones, entre ellas la COVID-19”, confirmaron los científicos especialistas del Panel de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) al exponer, en su último compendio, los resultados de diversos estudios. Así, la intervención nutricional puede constituirse en otra estrategia fundamental en la lucha contra el nuevo coronavirus.
Para empezar, la vitamina A posee función inmunomoduladora que está relacionada con la correcta producción y actividad citotóxica de linfocitos, estimulando la liberación de ciertas citoquinas y la fagocitosis de neutrófilos y macrófagos. La deficiencia de esta vitamina está asociada con serios desórdenes del sistema inmunológico, como el deterioro en las funciones de la mucosa y respuesta adaptativa deteriorada.
Los coronavirus, como el SARS-CoV-2, pueden suprimir la respuesta antiviral del anfitrión basada en interferón tipo 1 (IFN-I), una importante citoquina antiviral liberada por el sistema inmune innato, como parte de su mecanismo de infección. La vitamina A es considerada adyuvante en el tratamiento, ya que incrementa la eficiencia de la acción del IFN-I, su efecto puede ser analizado en combinación con drogas antivirales actualmente testeadas en estudios preclínicos de SARS-CoV-2, especialmente aquellos basados en la respuesta mediada por IFN-I.
Otras vitaminas estudiadas son las del grupo B: la vitamina B6 o piridoxina, los folatos y su precursor el ácido fólico, o bien, vitamina B9, y vitamina B12 o cobalamina, cuyas funciones generales en el sistema inmunológico son el mantenimiento de la actividad de ciertas células que producen sustancias tóxicas como mecanismo de defensa, el desarrollo apropiado los glóbulos blancos y la producción de anticuerpos. Por lo tanto, por lo mencionado anteriormente, niveles bajos de estas vitaminas están asociados con bajas concentraciones de glóbulos blancos circulantes e inmaduros, y disminución de la respuesta de los anticuerpos y desequilibrios en la respuesta inmunitaria de otros componentes inmunológicos.
Cabe destacar la función de la vitamina B9, que desempeñaría un papel protagónico en la prevención de la COVID-19, ya que, si bien aún son necesarias más evidencias científicas, desmantela el sistema de anclaje del SARS-CoV-2, evitando su ingreso a las células. Los científicos del EFSA detallan el proceso así: “La vitamina B9 puede participar en la inhibición del “furin”, una convertasa que está involucrada en la escisión de la proteína “pico” del SARS-CoV-2 y, consecuentemente, prevenir este paso necesario para su acceso a las células anfitrionas”.
La vitamina B12 también ha sido recientemente propuesta como una potencial terapia contra la COVID-19. Esta evidencia fue reunida a través de modelos de simulación virtual o in silico, con el objetivo de encontrar modelos moleculares potencialmente efectivos contra SARS-CoV-2, con información integrada de tratamientos previos contra los virus SARS-CoV y MERS. En otras palabras, este sondeo virtual fue basado en la identificación de compuestos antivirales, vitaminas, antimicrobianos y otras drogas de acción sistémica que pueden actuar contra dos sustancias necesarias para el proceso de invasión del virus. De acuerdo con los resultados de este estudio, la vitamina B12 puede ser el cuarto compuesto con el puntaje más alto para impedir la replicación del virus, solo detrás de las drogas Chromocarb, Ribavirin y Telbivudine.
Respecto a su papel en el tratamiento de la infección, tanto el aporte de vitamina B6, B9 y B12, incluso por fórmulas de suplementación, regulan la desviación del metabolismo de cierta sustancia, producida por la COVID-19 como uno de sus mecanismos de muerte celular. “La disrupción de la vía metabólica de la homocisteína ha sido propuesta como uno de los mecanismos que tiene la COVID-19 para matar las células infectadas, es así que tanto la vitamina B6, como la B9 y B12 deben ser consideradas en el tratamiento de las infecciones por SARS-CoV-2 para eliminar complicaciones”, aseguraron los investigadores del EFSA.
Otro papel protagónico lo tiene la vitamina C, cuyo rol antioxidante es clave, ya que está relacionado con un menor daño oxidativo. A pesar de que no hay pruebas del beneficio asociado con la suplementación de la vitamina C, una vez que se han iniciado los síntomas del resfrío común de la COVID-19, se ha sugerido su suplementación para prevenir o combatir la enfermedad. De acuerdo con los resultados de los metaanálisis, más allá de la suplementación, la administración intravenosa (IV) de vitamina C a altas dosis puede ser asociada con bajos niveles de mortalidad en pacientes de COVID-19 con sepsis severa. Específicamente, la infusión de 15 g por día de vitamina C por 4 días reduce la mortalidad de pacientes con sepsis y falla respiratoria aguda y severa. Los resultados tempranos basados en informes de pequeños grupos de pacientes con Covid-19 que recibieron vitamina C IV, como parte de un tratamiento común, muestran mejoras en los resultados clínicos. Por lo tanto, recientemente se puso en marcha un nuevo ensayo controlado enfocado en testear los efectos de la vitamina C IV (a una dosis de 24 g/día por 7 días) en pacientes con COVID-19. El autor de estas investigaciones clínicas, el doctor e investigador Alberto Boretti, de la Prince Mohammad bin Fahd University Khobar, de Arabia Saudita afirmó: “La viabilidad fisiológica de este tratamiento puede basarse en sus beneficios antioxidantes y antiinflamatorios, los cuales reducen la típica tormenta de citoquinas disparada en el síndrome respiratorio agudo”.
Otro nutriente cuyo papel cabe destacar es la vitamina D, debido a que su receptor está expresado en células dendríticas, linfocitos B y T, monocitos y macrófagos. Su biodisponibilidad modula el correcto funcionamiento del sistema inmunológico. En referencia a su relación con el nuevo coronavirus, Ali Daneshkhah, doctor en Medicina e investigador postdoctoral asociado en el laboratorio de Ingeniería Biomédica en la Escuela de Ingeniería McCormick de Northwestern, y autor de una de las investigaciones más relevantes en lo que va de la pandemia explicó: “Respecto a la COVID-19, la vitamina D puede mejorar la inmunidad celular reduciendo la tormenta de sustancias inducida por la inmunidad innata observada en pacientes severamente afectados por COVID-19”; y agregó: “Por lo tanto, al suplementarla como parte del tratamiento, se disminuye la concentración de sustancias proinflamatorias y se aumentan las antiinflamatorias, y también se activa la expresión de genes relacionados con sustancias antioxidantes”.
Sumado a lo anterior, el estado de vitamina D se asoció a un 15% de reducción de casos de COVID-19 en adultos mayores, según los resultados de un estudio multicéntrico llevado a cabo en diversos hospitales del mundo, basado en 5 000 pacientes de 80 años en adelante. El autor del estudio, el doctor Michael Holick, profesor de Medicina, Fisiología, Biofísica y Medicina molecular en la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston, adjudicó lo anterior a “la habilidad de la vitamina D de regular la producción de citoquinas proinflamatorias mediante la inhibición de la actividad del sistema renina-angiotensina (SRA)”. Además, destacó: “El claro efecto inmunomodulador de la vitamina D parece ser beneficioso en la prevención y el tratamiento de la COVID-19”.
Por todas las investigaciones expuestas anteriormente y numerosas en curso1, cuya inclusión excede los objetivos de esta nota, el horizonte se divisa promisorio en cuanto a la certeza del papel específico y preciso de las vitaminas mencionadas, tanto como parte de la prevención, el tratamiento, o ambos, de la Covid-19. Sin embargo, aún son necesarias evidencias científicas de mayor peso para implementar su uso como parte de la terapéutica de la enfermedad a nivel mundial.
Andrea Ritacco es licenciada en Nutrición. Se formó como comunicadora especializada en salud en la Sociedad Argentina de Periodismo Médico (SAPEM) de la Asociación Médica Argentina (AMA).
- la revisión bibliográfica de sustento para esta nota de divulgación fue realizada con materiales científicos publicados hasta mediados de diciembre de 2020 ↩︎