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En Argentina casi 10.000 personas están inscriptas en la lista de espera de órganos y tejidos del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI), y el número podría duplicarse si consideramos que otras 14.000 aguardan completar los trámites para sumarse. La falta de donantes explica en gran medida por qué tantas personas aún no han podido ser intervenidas quirúrgicamente. En esta nota se trazará un panorama con datos actualizados de la Argentina, pero con especial mención a la falta de córneas para trasplantes.

En nuestro país se realizan trasplantes de órganos como corazón, pulmón, riñón, hígado, páncreas e intestino de donantes fallecidos. Es posible, también, recibir trasplante de donante vivo de hígado o riñón, por tratarse de órganos fraccionables o duplicados, siempre que no generen daño ni peligro para el donante. Los tejidos que pueden ser trasplantados son: córnea, esclera, hueso, piel y válvulas cardíacas.

Existen en el país numerosos centros habilitados para hacer trasplantes (154 de órganos y 628 de tejidos), pero muchos pacientes aguardan meses y a veces años una cirugía que les permita seguir viviendo o mejorar su calidad de vida. Hoy en la Argentina hay 9.638 personas en lista de espera y 13.657 aguardan completar los trámites de inscripción.

Las listas de espera se organizan de acuerdo con el órgano o tejido involucrado. La mayoría de los pacientes aguardan por un riñón: hasta la fecha hay inscriptos 5.471 y durante 2022 se realizaron 1532 trasplantes renales. Le sigue en cantidad la lista de espera de córneas, con 2.680 pacientes y 2.019 trasplantados durante 2022.

Por otro lado, la procuración de órganos y tejidos es bastante dispar entre las provincias, algunas presentan una activa participación, con una alta tasa de donación de órganos por millón de habitantes como Misiones (97 PMH), Neuquén (91.1 PMH), Corrientes (88.6 PMH) o Rio Negro (54.8 PMH), a diferencia de provincias como Chaco (4.9 PMH), Santa Cruz (7.8 PMH) o Formosa (11.4 PMH).

Rubén Bernardi: “Uno de los grandes inconvenientes que identificamos al llegar efectivamente al momento del trasplante, tiene que ver con no detectar potenciales donantes dentro del sistema sanitario”.

Esta problemática no es reciente: ya en 2003 fue creado el Programa federal de procuración con el objetivo de incrementar la disponibilidad de órganos y tejidos. El programa incorporó la figura del coordinador hospitalario de trasplante, encargado de generar donantes desde el interior de los hospitales. Son más de 130 profesionales distribuidos en los hospitales de mayor complejidad de todo el país. Su función comienza con la detección del potencial donante y finaliza con la donación efectiva de órganos para trasplante.

El doctor Rubén Bernardi, director de Procuración del Centro Único Coordinador de Ablación e Implante de la provincia de Buenos Aires (CUCAIBA) manifestó: “Uno de los grandes inconvenientes que identificamos al llegar efectivamente al momento del trasplante, tiene que ver con no detectar potenciales donantes dentro del sistema sanitario”. Bernardi agregó que “la solución está dentro del sistema mismo; debemos optimizar la procuración en todas las instituciones”.

LA LEY JUSTINA (Nº 27.447)

Justina Lo Cane, de 12 años, murió tras permanecer 4 meses a la espera de un trasplante cardíaco. Su partida impulsó a sus padres a presentar un proyecto que se convirtió en ley, conocida como la Ley Justina (N° 27.447) que convirtió a todos los argentinos mayores de 18 años en donantes, a menos que antes de morir hayan dejado por escrito lo contrario. Fue sancionada por unanimidad en el Senado y la Cámara de Diputados, y se promulgó el 26 de julio de 2018.

La figura del donante presunto ya existía en la Argentina desde 2005, pero si el fallecido no había expresado su voluntad, se debía pedir autorización a la familia. La negativa a la donación llegaba al 40 %.

Actualmente algunos familiares se siguen oponiendo a la donación. Pero si cada uno dejara expresa voluntad en el INCUCAI, les evitaríamos la difícil tarea de decidir sobre nuestros órganos y tejidos al fallecer. Ante la negativa familiar, el INCUCAI respeta la decisión de los deudos. Hasta el momento, según reportes del Registro Nacional de Expresiones de Voluntad (RENADON), expresaron su negativa 1.202.645 personas, mientras que 3.534.929 manifestaron su voluntad como donantes de órganos y tejidos.

Después de la promulgación de esta ley, durante 2019 la ablación y trasplante de órganos y tejidos aumentó un 26 % con respecto al año anterior, alcanzando récords históricos. Pero la pandemia por Covid-19 durante 2020 evitó que este porcentaje siguiera en aumento.

Desde 1997, los 30 de mayo se celebra el Día nacional de la donación de órganos y tejidos. La fecha fue instituida debido a que ese día dio a luz, por primera vez en nuestro país, una mujer que había recibido un trasplante hepático en un hospital público. Es una forma de homenajear a quienes a través de la donación permiten dar una nueva oportunidad de vida a otras personas.

Las campañas con mensajes que promueven la solidaridad, como “los órganos no van al cielo” o “donar órganos es dar vida” no suelen tener oposiciones, pero la desinformación, los mitos, las creencias religiosas o los miedos inciden negativamente en la decisión. La presunción errónea de que es una situación que no nos tocará vivir, evita que se hable sobre donación en muchas familias, postergando las decisiones y acciones, que impedirán en muchos casos la posibilidad de donar.

Son importantes los programas de difusión para el personal de salud, el sector educativo, los pacientes y la comunidad general, con el propósito de concientizar y contribuir al incremento en la procuración de órganos y tejidos para trasplante.

Es imprescindible comprender el concepto de muerte encefálica, y diferenciarlo del estado de coma y estado vegetativo, para entender por qué no todos los pacientes internados en una terapia intensiva terminarían siendo donantes. 

Muchas personas temen que si expresan su voluntad como donantes no se harían esfuerzos para salvarlos si estuvieran en una terapia intensiva o que podrían despertar de un estado de inconsciencia una vez diagnosticada la muerte encefálica.

Es imprescindible comprender el concepto de muerte encefálica, y diferenciarlo del estado de coma y estado vegetativo, para entender por qué no todos los pacientes internados en una terapia intensiva terminarían siendo donantes. En el estado de coma, el paciente está vivo, aunque con una actividad cerebral disminuida. En el estado vegetativo el paciente está vivo pero ha perdido las funciones cerebrales superiores, pero mantiene intacto su tronco encefálico (en esta estructura se localizan centros vitales). En el caso de la muerte encefálica, ya no hay actividad a nivel del tronco encefálico, diagnosticada por criterios clínicos neurológicos y estudios complementarios que muestran la ausencia de actividad encefálica. Sin el soporte de un respirador artificial y fármacos que ayuden a mantener latiendo el corazón, la parada cardiorrespiratoria sucede inevitablemente. Y la muerte es irreversible. En este caso, la asistencia artificial se aplica para preservar los órganos del potencial donante. Pero es mandatorio que la familia comprenda que su ser querido ha fallecido.

TRASPLANTES DE CÓRNEA

Los trasplantes de córneas merecen un párrafo aparte ya que sus números son más alarmantes, existen en el país 157 equipos de trasplantes de córnea habilitados, y hay en lista de espera 2.680 personas. Cada donante podría ofrecer 2 córneas, y no es necesario que el donante sea declarado con muerte encefálica para obtener este tejido, sino que cualquier causa de muerte, incluso por un paro cardíaco y hasta las 6 hs posteriores del deceso, permite la ablación de las mismas; y tampoco la edad del donante sería una limitación, según aclaró el doctor Pablo Daponte, médico oftalmólogo y expresidente del Consejo Argentino de Oftalmología (CAO).

Mueren más de 300.000 personas cada año, con lo que si solo el 1 % fuera donante se podría conseguir una lista de espera con 0 pacientes.

Otra ventaja es que al tratarse de un tejido avascular, en general no se requieren estudios de histocompatibilidad para su asignación. Hay algunas situaciones que excluyen la donación de córneas, como enfermedades infectocontagiosas, intrínsecas del ojo, neurodegenerativas o hematológicas malignas.

La falta de donantes en cada provincia repercute negativamente entre sus pacientes en lista de espera, ya que la córnea se asigna en la misma provincia que la procuró (salvo lista nacional de urgencia, que tiene prioridad). Por lo que un paciente de una provincia podría estar mucho tiempo a la espera de una córnea, dado que su provincia no tiene muchos donantes en relación a los que tiene en lista de espera, mientras que en otras provincias la permanencia sería más breve. Esta es la situación de la provincia de Buenos Aires, con 1.970 pacientes en lista de espera, lo que representa más de 2/3 del total a nivel nacional.

Mueren más de 300.000 personas cada año, con lo que si solo el 1 % fuera donante se podría conseguir una lista de espera con 0 pacientes. Existe a su vez la posibilidad de procurar córneas de bancos de ojos de otros países, con un costo de procuración y envío, muchas veces cubierto por algunos financiadores del sistema de salud y otras veces por el mismo paciente o su familia. Esto permite que algunas personas puedan acceder más rápidamente a una intervención y realizarla de manera programada. Es un costo que no todos pueden afrontar, pero permite mayor disponibilidad de córneas para el resto de los pacientes en lista de espera. En los últimos 10 años, 4 de cada 10 trasplantes fueron hechos con córneas del exterior.

Recientemente se confeccionó el Plan Nacional Resolución de la lista de espera para trasplantes de Córneas (Resolución 238/2021 del INCUCAI), con el objetivo de optimizar el proceso de donación y trasplante, y disminuir el tiempo en lista de espera de córnea. El proyecto, ya aprobado, fue el resultado de un trabajo conjunto entre el INCUCAI, la Sociedad Argentina de Oftalmología y el Consejo Argentino de Oftalmología. Daponte aclaró que esto permite que un donante de córneas pueda ayudar hasta cuatro pacientes dado que, en muchos casos, se puede utilizar una misma córnea para dos pacientes diferentes y con distintas patologías.

¿CÓMO FUNCIONA UN OPERATIVO DE DONACIÓN Y TRASPLANTE?

En el operativo para la obtención de órganos y tejidos para trasplante participan de forma coordinada numerosos profesionales, pudiendo llegar a 150 especialistas.

Se coordina la tarea entre el establecimiento asistencial donde se encuentra el donante fallecido, el INCUCAI (o los organismos jurisdiccionales de ablación e implante) y los centros de trasplantes donde se realizará la cirugía a los receptores.

La doctora Gabriela Hidalgo, directora médica del INCUCAI, explicó: “En un proceso de donación, cuando se identifica un potencial donante en una terapia intensiva lo primero que se realiza es el diagnóstico de muerte encefálica y posteriormente nosotros le comunicamos a la familia que su ser querido ha fallecido”. Hidalgo agregó que se va informando a la familia los pasos durante todo el proceso de donación. El equipo de la terapia intensiva va manteniendo estos órganos viables para poder ser implantados, mientras se inicia, a través de un sistema informático (SINTRA), la búsqueda de receptores según determinados criterios de selección. Una vez asignados los órganos, los centros de trasplante preparan a sus pacientes para la intervención quirúrgica. Y en el quirófano del hospital donde se encuentra el donante se inicia la ablación. Luego, el cuerpo de la persona fallecida es entregado a la familia en perfectas condiciones, sin alterar su apariencia externa. Los órganos son trasladados a los diferentes centros para su trasplante. Al final del proceso el INCUCAI controla que se hayan implantado y lo registra en el sistema informático.

La situación sobre donación de órganos y tejidos es delicada, y si bien después de la Ley Justina se incrementó el número de donantes, las listas de espera para trasplantes son largas y dependen exclusivamente de la donación voluntaria.

Los donantes vivos de riñón o hígado ejercen un acto de amor y altruismo admirable, sometiéndose a una intervención quirúrgica compleja para donar en vida uno de sus órganos con el propósito de salvar a un ser querido. Una situación que podría evitarse ya que, como se dijo, miles de personas mueren al año, pudiendo ser donantes.

La correcta información sobre el proceso de trasplantes es fundamental para que cada habitante pueda decidir libremente y expresar su voluntad de ser o no donante. Los programas sanitarios instaurados, las campañas de concientización sobre la donación de órganos y tejidos, el esfuerzo del equipo de salud en los procesos de procuración y trasplantes, tienen un pilar fundamental para que todo funcione: la detección de posibles donantes desde los centros de salud.

Anabella Vater es médica especialista en Oftalmología por la Universidad de Buenos Aires (UBA); fellowship en Córnea en el Hospital de Clínicas José de San Martín (UBA); jefa del Equipo de trasplantes de córnea, esclera e implante de membrana amniótica, Sanatorio Asociación Española de Socorros Mutuos de Comodoro Rivadavia, Chubut. Se formó como periodista médica en la Sociedad Argentina de Periodismo Médico (SAPEM), Asociación Médica Argentina (AMA).