La Comunidad Europea dio a Ucrania más de 5 millones de pastillas de yoduro de potasio ante un riesgo de ataque nuclear, o bien para aminorar los efectos que puedan tener los intensos bombardeos como los registrados en noviembre de 2022 en la planta de energía nuclear más grande de Europa. Recientemente, en enero de este año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) actualizó la lista de medicamentos para “emergencias radiológicas o nucleares” que los gobiernos deberían almacenar a modo preventivo. Entonces, de ocurrir, ¿las consecuencias de un ataque son evitables con esos comprimidos? ¿Cuánto impacto es capaz de soportar el cuerpo humano? Y, por otra parte, ¿hay información suficiente para saber si a diario estamos a salvo de exposiciones radioactivas?
Desde el 24 de febrero de 2022 que Rusia invadió a Ucrania, el conflicto reflotó a tal punto de hablarse de la posibilidad de una nueva guerra mundial. La escalada del conflicto a una magnitud nuclear se tornó un riesgo inminente. Debido a eso, ya en agosto de 2022 la Comunidad Europea entregó a Ucrania 5,5 millones de pastillas de yoduro de potasio para proteger a la población ante posible contaminación radioactiva por ataques a la central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa. El yoduro de potasio (KI) es una sal de yodo no radiactivo que puede ayudar a impedir que la tiroides absorba la radiación.
Los ataques directos a esa central, finalmente ocurrieron el fin de semana del 19 y 20 de noviembre. Un equipo de expertos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) evaluó el alcance de los daños. Se pudo confirmar que al menos, por esa vez, y “a pesar de la gravedad de los bombardeos, no hubo preocupaciones inmediatas de seguridad o protección nuclear”, señaló el director general del organismo, el argentino Rafael Mariano Grossi.
Laurent Gisel, jefe de la Unidad de Armas de la División Jurídica del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha hecho una dramática advertencia: “El riesgo de que se empleen armas nucleares crece a un ritmo preocupante, agravado por tensiones regionales e internacionales”. También agregó que el riesgo es alimentado por la modernización de los arsenales nucleares, incluido el desarrollo de este tipo de armas más pequeñas ya que presuntamente son más usables.
Durante el 77° período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, de octubre de 2022, Gisel enfatizó: “Estos desarrollos tienen lugar pese a la abrumadora evidencia de los efectos horrendos, persistentes e irreversibles de las armas nucleares en la salud, el medio ambiente, el clima y la seguridad alimentaria, pese a la ausencia de una capacidad adecuada para dar una respuesta humanitaria en caso de que se empleen armas nucleares y pese al riesgo de escalada que implicaría cualquier uso de esas armas”.
¿QUÉ HAY DETRÁS DEL ARMAMENTO NUCLEAR?
En un arma termonuclear, la energía se libera por dos procesos: la fisión y la fusión. Según sea el diseño de la bomba, el aporte de cada uno de estos procesos al conjunto de la potencia explosiva puede variar ampliamente, ocasionando por lo tanto grandes diferencias en la amplitud del peligro de precipitación radioactiva. Joseph Rotblat, científico nuclear y físico médico, Premio Nobel de la Paz en 1995, escribió sobre los “Efectos físicos de las armas nucleares” y explicó que “otro parámetro importante es la altitud a la que se produce la explosión; de ello depende que haya o no precipitación radioactiva local. La expansión de los gases causa una onda de presión que se mueve en todas las direcciones con una velocidad inicial que rebasa la del sonido”.
En una ciudad con una densidad de población de 10.000 habitantes por km, el número de muertos por la onda expansiva causada por una bomba de 1Mt podría ser de más de un millón. “Es probable que el número de heridos fuera mayor que el de muertos, pero muchos de los heridos morirían también en una guerra nuclear en la que se utilizaran varias bombas y en la que hubiera una importante precipitación radioactiva que entorpecería las operaciones de socorro”, ejemplificó Rotblat.
La sobreexposición a la radiación podría ocasionar enfermedad por radiación, quemaduras en la piel, cataratas, infertilidad, daño tiroideo y cáncer.
Pero, por otro lado, cotidianamente estamos expuestos a la radiación, ya sea natural, como el sol, o artificial, como los rayos X o radiaciones ionizantes. Estas últimas tienen muchas aplicaciones beneficiosas en la medicina, la industria, la agricultura y la investigación, pero a medida que aumenta su exposición, también lo hacen los posibles peligros para la salud. Cuando las dosis de radiación superan determinados niveles pueden tener graves consecuencias debido al efecto acumulativo.
Ahora bien, ¿cuáles son esas consecuencias? La sobreexposición a la radiación podría ocasionar, enfermedad por radiación, quemaduras en la piel, cataratas, infertilidad, daño tiroideo y cáncer. Estos efectos pueden tardar de semanas a años en manifestarse.
¿Y si ocurriera el desastre más temido? Volviendo al escenario catastrófico de un ataque a una central nuclear o al desatino de emprender una guerra nuclear: ¿es posible un efecto protector con yodo de potasio vía oral para paliar la acumulación de la radiación, y los síntomas y signos que conlleva?
El uso de bloqueo tiroideo con yodo (BTI), como acción de protección urgente después de la liberación de yodo radiactivo, se describió por primera vez en las décadas de 1960 y 1970 y se abordó en detalle en Guidelines for iodine prophylaxis following nuclear accidents publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1989.
Esta guía fue revisada una década más tarde, en 1999, basándose en lo aprendido en relación con el riesgo de cáncer de tiroides infantil tras el accidente de Chernóbil en 1986. La OMS elaboró entonces una guía para la utilización del yodo en la planificación y la respuesta a emergencias nucleares y radiológicas con el objetivo de evaluar las evidencias en las que se basa para proporcionar orientación sobre la implementación del BTI en emergencias radiológicas o nucleares. Esta guía se destina principalmente a las autoridades sanitarias nacionales y locales y a los profesionales de la salud pública responsables o involucrados en la preparación y la respuesta a emergencias por radiaciones.
¿Es posible un efecto protector con yodo de potasio vía oral para paliar la acumulación de la radiación y los síntomas y signos?
El KI solo tiene indicación en personas menores de 40 años y mujeres embarazadas o en periodo de lactancia.
Según lo expuesto, ¿es suficiente el uso del KI ante la exposición a altas dosis de radiación que impactarían en el organismo causando síndrome de radiación aguda con manifestación no solo tiroidea sino gastrointestinal, hematológica y neurológica?
Ante una explosión nuclear podría recomendarse a la población el consumo de KI. Este medicamento impide la captación de yodo radioactivo por parte de la tiroides, la cual se podría dañar severamente. El KI solo tiene indicación en personas menores de 40 años, mujeres embarazadas o en período de lactancia.
El yoduro de potasio solo ofrece protección limitada para situaciones y poblaciones específicas: únicamente protege contra el yodo radioactivo y no contra otros tipos de radiación; solo protege la tiroides y no otras partes del cuerpo. Se lo debe consumir dentro de las 24 horas antes de la exposición, o hasta 4 horas después, para que sea más eficaz. Por otra parte, no es un tratamiento y no puede revertir el daño que ya haya sufrido la tiroides. Además, puede que el yoduro potásico no dé un 100 % de protección a las personas contra el yodo radioactivo.
El KI, solo debe ser consumido ante indicación precisa de los funcionarios de salud y la dosis recomendada por la FDA varía según la edad de los individuos, debiéndose repartir la dosis total en 2 tomas separadas por 24 h.
Dosis de KI recomendadas por la FDA según edad:
● Bebés hasta 1 mes de vida: 16 mg (corresponde 0, 25 ml de solución oral)
● Niños de 1 mes a 3 años: 32 mg (corresponde a 0, 5 ml de solución oral)
● Niños de 3 a 18 años: 65 mg (1 comprimido o 1 ml de solución oral)
● Adolescentes de 12 a 18 años que pesen más de 68 kg: deben usar dosis de adultos
● Adultos de 18 a 40 años: 130 mg (2 comprimidos o 2 ml de solución oral)
● Embarazadas o mujeres en lactancia: 130 mg (2 comprimidos o 2 ml de solución oral).
Los efectos adversos del KI suelen ser leves, como malestar gastrointestinal o alergias. En caso de consumir dosis mayores a las recomendadas puede producirse incluso la muerte.
La mejor manera de reducir el riesgo de exposición del organismo a la radiación es evacuar la zona y evitar el consumo de alimentos contaminados; por eso el KI solo debe utilizarse cuando la evacuación no sea posible, señalan los expertos.
De manera que se reitera la pregunta sobre si es factible y suficiente la profilaxis con KI ante una explosión nuclear. La misma OMS en la sección comunicados de prensa se contrapone y cita que el KI no funcionaría como antídoto de la exposición a la radiación repetida y/o masiva.
Si bien hay datos de ensayos clínicos sobre dosis de KI que podrían contemplarse para proteger a la tiroides, como se ha dicho, esta profilaxis estaría supeditada solo a esa glándula y no al resto de órganos impactados en caso de una emisión de radiación que devenga de una explosión nuclear masiva, provocada o no.
Se requiere más información y concientización clara, sólida y científica, sobre el impacto de la radiación en el organismo. Y como reclamó Joseph Rotblat: “La guerra debe dejar de ser una institución aceptable. La creación de un mundo sin guerras debe ser la lección del descubrimiento de la radiactividad hace 100 años”.
¿QUÉ ES LA RADIACIÓN?
La radiación es la emisión, propagación y transferencia de energía en cualquier medio en forma de ondas electromagnéticas o partículas. Una onda electromagnética es una forma de transportar energía (por ejemplo, el calor que transmite la luz del sol).
Las radiaciones electromagnéticas se clasifican en dos tipos:
Radiaciones no ionizantes: la fuerza de estas ondas electromagnéticas no poseen la fuerza suficiente para romper los átomos del medio con el que contactan, por ejemplo, las ondas de radio, de tv, microondas y la luz visible.
Radiaciones ionizantes: tienen la fuerza suficiente para ionizar (romper los átomos) de la materia a la que irradian, por ejemplo, los rayos gamma, rayos x, rayos alfa, radiación cósmica, etc.
Diariamente nos exponemos a radiaciones, que pueden producir distinta gravedad de daño a la salud, dependiendo de la cantidad recibida.
Las radiaciones pueden provenir de fuentes naturales y otras están originadas por el hombre, como las provenientes de equipos médicos.
La sumatoria de la radiación recibida de fuentes naturales se conoce como radiación de fondo, que proviene de los rayos solares y de más de 60 materiales radiactivos naturales presentes en el suelo, el agua y el aire. El radón es un gas natural que emana de las rocas y la tierra y es la principal fuente de radiación natural. La mayor parte de la radiación cósmica es absorbida por la atmósfera, sin embargo, se estima que el 10 % de la radiación recibida anualmente por una persona proviene de este tipo de radiación.
Para medir la radiación se utiliza una unidad llamada Sievert (Sv), aunque se suele usar más frecuentemente su mili unidad, el milisievert (mSv). Con el fin de tener un parámetro de qué cantidad de radiación de fondo es recibida por una persona, se estipula que un habitante en los EE.UU., recibe 3 mSv en forma anual.
¿QUÉ CANTIDAD DE RADIACIÓN PUEDE APORTAR AL CUERPO HUMANO UN ESTUDIO MÉDICO QUE UTILICE RAYOS X?
Una radiografía de tórax expone a la persona a 0,1mSv
Una mamografía, expone a 0,4 mSv, el equivalente a radiación solar de 7 días.
Una tomografía de abdomen y pelvis expone a 10 mSv, equivalente a 3 años de radiación de fondo
Una tomografía por emisión de positrones (PET/CT) expone a 25 mSv. Esto equivale aproximadamente a 8 años de exposición de radiación de fondo.
Un punto para mencionar es que la radiación recibida dependerá de tres factores, principalmente:
- La distancia a la que se encuentra la fuente que emite la radiación, por ejemplo, se recibe mayor radiación cósmica en la ciudad de la Paz, Bolivia, que en Nueva York, EE.UU., ya que el territorio boliviano se encuentra a 3,65 km por encima del nivel del mar vs 1,6 km de la ciudad norteamericana.
- El tiempo de permanencia de exposición a la radiación, siendo mayor la dosis de radioactividad recibida cuanto más prolongado sea el tiempo.
- El blindaje expuesto entre la fuente radiactiva y el cuerpo irradiado (por ejemplo, si se interpone plomo, disminuye la exposición).
Por lo mencionado es importante que en todo lugar donde exista posibilidad de escape radiactivo se cuente con los materiales de construcción con aislantes necesarios y un correcto plan de evacuación que permitirá disminuir el tiempo de permanencia y facilitará el rápido alejamiento de la fuente radiactiva.
Ante un ataque nuclear puede ser muy difícil y en muchos casos, imposible escapar y alejarse fácilmente del lugar, lo cual ocasionaría graves daños y muertes.
En estas situaciones, tal vez el uso del KI permita disminuir la posibilidad de daño, pero se insiste, solo sobre la tiroides.
Glosario
kPa: unidad de medida de presión en el Sistema Internacional de Unidades (SI), simbolizado por kPa.
kilotones (kt.): unidad de masa equivalente a mil toneladas. Se usa, implícitamente, para comparación de la energía liberada por explosión de mil toneladas de TNT: trinitrotolueno. Se emplea para referirse al potencial destructivo de bombas nucleares, erupciones volcánicas, sismos e impactos de meteoritos.
Megatones (Mt.): 1000 kilotones (1×10 a TNT): unidad de medida de la energía producida en una explosión nuclear que equivale a la energía liberada en la explosión de 1 millón de toneladas de TNT.
mSv (milisievert): es una medida de exposición a la radiación.
Gray (Gy): unidad del Sistema Internacional, de símbolo Gy, para medir la dosis de radiación ionizante absorbida por la materia, equivalente a un julio por kilo de materia.
Soledad M. Avendaño, periodista por la Universidad Católica Argentina y técnica en Psicología Social por la Primera Escuela Privada de Psicología Social fundada por Enrique Pichón Rivière.
Florencia Baglioni, médica especialista en Hematología y Hemoterapia por la Universidad de Buenos Aires (UBA); miembro titular de la Sociedad Argentina de Hematología y de la Asociación Argentina de Hemoterapia, Inmunohematología y Terapia Celular.
Juan Manuel Serini, médico por la Universidad de Buenos Aires (UBA), especialista en Ginecología y Obstetricia; jefe de Servicio de Ginecología del Hospital Luisa C. de Gandulfo de Lomas de Zamora, Prov. de Bs. As; subdirector de la Carrera de especialista en Tocoginecología (UBA), en sede Hospital Gandulfo. Jefe de Trabajos prácticos de asignatura Ginecología (UBA), en cátedra de Hospital Gandulfo; miembro titular de la Sociedad de Ginecología y Obstetricia de Buenos Aires (SOGIBA) y miembro titular de la Sociedad Argentina de Cirugía Laparoscópica (SACIL).
Son egresados del curso de Periodismo Médico, Sociedad Argentina de Periodismo Médico (SAPEM), Asociación Médica Argentina (AMA).