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El trabajo del banco de sangre no termina con la donación. Todo lo contrario, recién comienza. La sangre no se transfunde tal cual fue extraída, sino que se separa en varios componentes necesarios para el paciente, como los glóbulos rojos, las plaquetas y los factores de coagulación. Los componentes son procesados, controlados bajo estrictas normas de calidad y almacenados hasta que se los requiera. Este artículo pretende divulgar el procesamiento de la sangre, una vez extraída.

Tal vez, varias veces ha donado sangre para algún familiar, amigo o, simplemente, porque sí. Pero ¿sabe qué le pasa a su sangre después de que la donó? Cada unidad de sangre tiene poco menos de medio litro, que está mezclada con anticoagulantes y conservadores para evitar que se coagule y que se la pueda almacenar durante el mayor tiempo posible.

Este fluido vital posee varios componentes de interés terapéutico. En primer lugar, los glóbulos rojos, cuya función es transportar oxígeno a las células del organismo. Poco menos de la mitad de la sangre que le extraen son glóbulos rojos. En segundo lugar, las plaquetas, restos celulares encargados de formar el coágulo, que evita que el cuerpo se desangre cuando está herido. Esta fracción representa apenas el 13% de la sangre. En tercer lugar, el plasma, que, similar a los glóbulos rojos, representa poco menos de la mitad de la sangre de la bolsa. Es el líquido que transporta a todas las moléculas de la sangre; varias de ellas, encargadas de la coagulación.

Pero ¿por qué es necesario transformar a la sangre en tantos componentes? Porque el paciente solo necesita lo que no tiene, y el exceso de algunos componentes innecesarios puede ser perjudicial. Por ejemplo, un adulto de 70 kg tiene, aproximadamente, 6 litros de sangre, que circula dentro de un sistema cerrado, similar al de refrigeración de una heladera. Si estuviera anémico, el volumen de plasma superaría ampliamente el los eritrocitos, ya que la cantidad de líquido circulante debe mantenerse con mínimas variaciones para no modificar la presión arterial. Si en vez de transfundir dos unidades de glóbulos rojos, se transfundieran dos unidades de sangre entera, el volumen de la circulación aumentaría un litro en vez de medio. Como el sistema circulatorio es cerrado, el incremento exagerado de líquido aumentaría la presión arterial. Lo mismo sucede cuando se sobrecarga de gas el sistema de refrigeración de la heladera. Por lo tanto, si fuera necesario compensar un descenso grave de eritrocitos, es preferible transfundir la mayor cantidad de células en el menor volumen posible. Un ejemplo más extremo sería compensar una deficiencia de plaquetas con sangre entera cuando este componente solo representa el 13% del volumen total.

La sangre entera se utiliza solamente cuando existe una pérdida masiva, situación en la que todos los componentes son deficitarios.

Entonces ¿cómo se obtienen esos componentes? Habrá observado que, después de la donación, la unidad se retira de la sala de extracciones con destino desconocido. También habrá notado, probablemente con gran temor, que “la bolsa” usada para la extracción, en realidad no consta de solo una… sino que son tres o cuatro bolsas.  Pero, afortunadamente, solo llenan una, suspirará usted visiblemente aliviado. Es que el banco de sangre separa cada componente y lo deposita en cada una de esas bolsas vacías. Todo bajo condiciones de esterilidad.

El proceso que sigue es muy sencillo. Cada fracción tiene un peso diferente. Esta propiedad es la que permite separarlos. Pero si quedaran en reposo hasta que los elementos más pesados se depositaran en el fondo y los más livianos flotaran por encima de ellos, el proceso sería muy lento. Para acelerarlo, se recurre a una centrífuga, un aparato que simula una calesita girando a alta velocidad. Si la calesita girara muy rápido, además de marearse, uno sería expulsado hacia afuera, con mayor velocidad cuanto más pesado sea. Esta es, justamente, la estrategia que se usa para separar los componentes.

En primer lugar, la bolsa de sangre se centrifuga a baja velocidad. De esta manera se separan los glóbulos rojos, que se depositan en la base, y el plasma rico en plaquetas, por encima de ellos. Por medio de una prensa, el plasma rico en plaquetas es forzado a pasar a una de las bolsas vacías. La unidad que contiene los glóbulos rojos, que portaba la sangre que le extrajeron, se sella térmicamente para mantener la esterilidad y se separa de la unidad. Este componente se pesa y almacena a 4 ºC hasta su fecha de vencimiento, entre los 28 y 45 días después de procesadas.

Por su parte, el plasma rico en plaquetas es centrifugado, pero a mayor velocidad. Como consecuencia, las plaquetas quedarán sedimentadas y el plasma, sobre ellas. Nuevamente, con ayuda de la prensa, el plasma se conduce a la tercera bolsa. Como se hizo con los glóbulos rojos, la unidad de plaquetas se sella, pesa y almacena a temperatura ambiente, con agitación constante, durante cinco días, que es su fecha de vencimiento. El plasma se almacenará a temperatura bajo cero, ya que los factores de coagulación se descomponen rápidamente a temperatura ambiente o de heladera. Los componentes quedan en cuarentena hasta que los resultados de los análisis para infecciones transmisibles por sangre sean negativos. Si un donante tuviera un resultado positivo, las unidades se eliminan.

Si se necesita aportar un concentrado de factores de coagulación, el plasma congelado se retira del freezer, se descongela toda la noche en la heladera, y el sedimento obtenido, pletórico de factores de coagulación, se centrifuga a alta velocidad para concentrarlo. El sobrenadante, mediante la prensa, se traslada a la cuarta bolsa, hasta ahora vacía, y el concentrado de factores de coagulación, o crioprecipitado, quedará disponible para transfundir.

La Medicina Transfusional, disciplina que incluye al banco de sangre, está sujeta a normativas dictadas por el Ministerio de Salud y sus órganos descentralizados. Estas normas obligan a guardar estrictos controles de calidad de los recursos, procesos y productos. La resolución del Ministerio de Salud Nº 797 de 2013 es el pilar del ejercicio de la actividad. No solo estipula la infraestructura y los recursos con que debe contar cada banco de sangre y servicio de Medicina Transfusional, sino también, los registros, procedimientos y requisitos de calidad necesarios. Los componentes sanguíneos deben ser controlados mensualmente, al menos, y alcanzar las especificaciones normativas.

En la mayoría de los casos, el plasma no se transfunde con la frecuencia de los otros componentes, y las unidades que no se usan son cedidas a las plantas de hemoderivados. Estas verdaderas fábricas lo utilizan como materia prima para obtener productos farmacéuticos como factores antihemofílicos, albúmina, gamma globulinas, entre otros. Por estar involucrados como proveedores de materia prima destinada a la producción farmacéutica, los bancos de sangre están regulados, también, por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). Este organismo publicó la disposición 1682 en 2012, referida al aseguramiento de calidad y las buenas prácticas de fabricación aplicables a los bancos de sangre.

Como puede comprobar, el trabajo continúa después de la donación. Detrás de bambalinas hay todo un proceso de elaboración de componentes sanguíneos tan regulados como la industria farmacéutica.

Marcelo Daniel García. Bioquímico del Departamento de Hemoterapia e Inmunohematología del Hospital de Clínicas “José de San Martín”. Facultad de Medicina. Universidad de Buenos Aires.