Han resultado auspiciosos los resultados del ensayo local de la Fase III de una vacuna producida en plantas contra el SARS-Cov-2 consistente en un novedoso abordaje del laboratorio canadiense Medicago, empresa biofarmacéutica originaria de Québec, que trabajó asociada con el consorcio británico GlaxoSmithKline (GSK). La vacuna resultante puede almacenarse en heladera, aspecto clave para los países en desarrollo que no tienen los recursos para mantener vacunas a temperaturas ultrafrías. Desde En Foco mantuvimos un diálogo con el líder del proyecto en la Argentina, el médico pediatra Gonzalo Pérez Marc, director del Departamento Materno-Infantil del Hospital Militar Central.
La nueva vacuna contra la COVID-19 se basa en una tecnología diferente a las que se han utilizado para el desarrollo del resto de las otras vacunas actualmente en uso, ya que se obtiene a partir de plantas que trabajan como biorreactores para reproducir una partícula no infecciosa. La formulación consiste en una vacuna denominada de origen vegetal, que contempla el uso de un adyuvante, fabricado por GSK.
Compartimos aquí fragmentos del conversatorio mantenido con el doctor Gonzalo Pérez Marc.
Estamos hablando de vacunas producidas en plantas, ¿cuáles serían las ventajas frente a las plataformas convencionales de producción de vacunas?
Se trata de una plataforma nueva que ha demostrado versatilidad, como indica el trabajo preliminar que ha logrado desarrollar vacunas contra los virus de influenza H1N1 y ébola, y que rápidamente pudo reconvertirse para SARS-Cov-2.
La segunda ventaja es que utiliza como biorreactor una planta que crece en la modalidad ´indoor´, por lo cual es fácilmente escalable. Este es un tema no soslayable en la producción de vacunas. En particular, en una situación como la que estamos viviendo de escasez de vacunas, este aspecto resulta crucial.
Otra ventaja es que esta vacuna puede conservarse en heladera, con lo que la logística de conservación y distribución resulta notablemente más sencilla respecto de otras formulaciones. Yo también participé en el estudio de la vacuna de Pfizer, que es a ARN mensajero y debe ser conservada en freezer a menos de 70 grados centígrados. En aquel momento, se había comunicado conmigo el gobierno del Uruguay, porque en todo el país tenían un solo freezer capaz de conservar a esas temperaturas. De hecho, yo mismo les hice algunos contactos para conseguir freezers. Entonces, insisto, poder conservar la vacuna en una heladera es un “golazo”.
Además, imagino que estas tres características van a redundar en una reducción de costos y por ende de comercialización. Claro que esto dependerá de varios factores, como los acuerdos entre gobiernos, de quién es la empresa distribuidora, qué marca va a determinar cómo se va a hacer la distribución.
En principio, una logística sencilla, una conservación sencilla y una escalabilidad relativamente fácil de la producción, me parece, darán como resultado un menor costo.
Pero, además hay otra ventaja que merece ser destacada…
Sí, hay otra ventaja que es más de carácter social, si se quiere. Y es que al tratarse de una plataforma basada en partículas similares a virus (virus like particles, VLP), tiene un ´marketing´ favorable en grupos de personas que habitualmente no se vacunan, o que se vacunan solo con las obligatorias, porque, dicen, que ´no quieren medicarse´. Entonces al ensayo experimental se acercó muchísima gente que dice no consumir medicamentos y que habitualmente no se vacuna. De más está decir que esto es muy valorable.
¿Puede describirnos las características del ensayo en el que está participando?
El ensayo en el que participamos consiste en un estudio multicéntrico. La fase I se hizo en Canadá, la fase II en Canadá y los Estados Unidos, la fase III se inició en Reino Unido y luego se amplió a Latinoamérica. México y Colombia están por iniciar el ensayo. En Brasil se está llevando a cabo en 5 centros de diferentes lugares, el más numeroso se desarrolla en San Pablo, y ya fueron enroladas 2.200 personas.
Hasta el momento, en la Argentina hemos vacunado a más de 8.000 personas (entre aquellos que recibieron una dosis o dos dosis). Estamos viendo que la reactogenicidad de la vacuna es bajísima, les diría que es la más baja que he visto, y además tiene bajísimos efectos adversos. Entonces, todo indica que su perfil de seguridad es excelente. Hemos visto, también, que ya en fase II había demostrado una inmunogenicidad muy llamativa (bueno, esto es característico de las vacunas VLP).
Entonces, si ese nivel de inmunogenicidad, sumado al perfil de seguridad que ha exhibido, prueba eficacia, estamos frente a un panorama muy alentador.
UNA FÁBRICA VERDE DE VACUNAS
La planta utilizada como biorreactor en el desarrollo de esta vacuna es Nicotiana benthamiana, un huésped experimental muy usado en las investigaciones de virología molecular de plantas, debido principalmente a la gran cantidad de virus vegetales que pueden infectarlo con éxito. Además, N. benthamiana resulta susceptible a una amplia variedad de otros agentes fitopatógenos (como bacterias, oomicetos, hongos, etc.), lo que ha convertido a esta especie en la piedra angular de la investigación del huésped-patógeno. Por otra parte, puede ser producida en grandes cantidades mediante tecnologías agrícolas relativamente sencillas.
“Lo que se hace es introducir el ADN recombinante de la proteína de la espiga del SARS-CoV-2 con una agrobacteria que redirige la replicación adentro de la planta. Es una planta que ´se deja´ infectar fácilmente y eso la convierte en una especie muy interesante”, remarca Gonzalo Pérez Marc.
“La Nicotiana benthamiana tiene la capacidad de producir y expresar esta proteína viral en forma de una partícula en cuya membrana las proteínas S se agrupan en forma de trímeros (grupos de a 3), tal como lo hace el SARS-CoV-2. Esto permite, en las personas vacunadas, que el sistema inmune identifique a la partícula y genere una excelente respuesta defensiva”, concluye el experto.
La nota constituye una síntesis del conversatorio mantenido por el doctor Gonzalo Pérez Marc con los doctores Diego Flichman y Silvia Álvarez, del Comité científico y el Equipo de gestión editorial de FFyB En Foco.