A mediados de la década de 1990 los docentes de todos los niveles y en todo el mundo reflexionábamos sobre los cuatro pilares básicos que entrañaría la formación del nuevo ciudadano, del ´ciudadano para el siglo XXI´: saber ´saber´, es decir saber aprender; saber ´hacer´ con los conocimientos y estrategias adquiridos; y en tanto dimensión actitudinal, saber ´ser´, y saber ser ´junto a otros, con otros¨, esto es, saber convivir con y en la diversidad. Fueron los retos planteados en el reporte de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI, de la UNESCO, La educación encierra un tesoro, más conocido como Informe Jacques Delors, debido a que fue él quien dirigió los equipos de trabajo.
Casi 25 años después tales desafíos siguen incólumes, y en todo caso, la pandemia no ha hecho más que reforzarlos. Recientemente, el Centro de Investigación y Apoyo a la Educación Científica (CIAEC) de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires organizó un ciclo de seminarios. Entre los expositores figuró Juan Ignacio Pozo Municio, doctor en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid, y catedrático en el Departamento de Psicología Básica, donde imparte materias relacionadas con la Psicología Cognitiva del Aprendizaje, tanto en el grado de Psicología como en el Máster de Psicología de la Educación. La función de la educación ya no puede ser meramente trasmitir información, “sino que sobre todo, (debe) ayudar a los estudiantes a convertir el flujo de información que se mueve en entornos digitales en nuevo conocimiento. No se trata de enseñarles a utilizar las tecnologías, se trata de enseñarles a utilizar las tecnologías con fines epistémicos. Tenemos que enseñarles que son recursos potentísimos para acceder al conocimiento y para cambiar su mente”, nos previene el experto.
A lo que suma, “la alfabetización, (implica) que las personas se apropien de dispositivos culturales que les permitan transformar sus formas de pensar, vivir, sentir y relacionarse con otros”; para concluir con una innovadora propuesta: “El aprendizaje digital exige, en primer lugar, ser capaz, no de leer un texto, sino de hacer dialogar varias fuentes. Estas ya no se presentan como una unidad acabada, sino como redes. Como en Rayuela de Cortázar, un gran precursor de esta idea, es el propio lector quien construye el texto, organizando y reordenándolo a su manera”.
EVALUAR EN TIEMPOS DE PANDEMIA, OTRO DESAFÍO
En esta actualización, En Foco les acerca también una nota sobre el acompañamiento pedagógico y la evaluación de los aprendizajes en contexto del aislamiento social preventivo y obligatorio, de la licenciada Marina Thiery, miembro de la Asesoría Pedagógica, que propone orientaciones de la evaluación como puente entre el aprendizaje y la enseñanza, en uno de los entornos en los que más ha impactado esta reorganización social, profesional y académica impuesta por la pandemia global, como son los sistemas educativos.
Resulta imperioso, nos propone Thiery, ofrecer lineamientos, recomendaciones generales y técnicas sobre evaluación de los aprendizajes de los estudiantes, cómo pensarla, cómo articularla con la enseñanza y cómo concretarla en instrumentos y herramientas que sirvan a la vez para informarles a alumnos y docentes sobre su progreso en la construcción del conocimiento. Con esa preocupación en mente, se diseñó y desarrolló un taller de evaluación para acompañar el diseño de instrumentos de evaluación adecuados y pertinentes a las cátedras y contenidos de la Unidad académica.
“La virtualización –concluye Thiery– ´obligó´ a volver a mirar las propuestas de enseñanza, los espacios de intercambio y las actividades tradicionales e históricas de cada cátedra o grupo de docentes. En este sentido, el cambio y la innovación asoman como posibilidades ciertas de mejora de la enseñanza”.