¿Cómo viven los investigadores de las ciencias biomédicas la pandemia de covid-19?, ¿la conciben como una oportunidad para desarrollar y poner en juego todos los años de experiencias que han cosechado?
La idea es reflexionar acerca de las oportunidades científicas que presenta la pandemia, para ello desde FFyB En Foco invitamos a destacados investigadores a que nos compartan sus consideraciones.
¿Cuántas pandemias afectaron nuestra realidad por tanto tiempo?, seguramente debemos remontarnos a un pasado lejano para observar momentos tan álgidos.
Sin duda que las más conocidas fueron las de la gripe, primero la de 1918-20, y mucho más cerca en el tiempo, la de H1N1 en 2009. Pero, en mi opinión, ninguna epidemia previa es comparable con esta pandemia, por varios motivos.
A modo de enumeración incompleta podemos mencionar: la velocidad de diseminación (asociada a la posibilidad de traslado humano), el impacto económico global, la posibilidad de registro de casos y fallecidos en tiempo real, el cierre de fronteras, las restricciones de tránsito, todas las medidas implementadas alrededor del mundo para detener – o mejor dicho intentar detener- la propagación del virus, y el esfuerzo de la comunidad científica global para lograr reactivos diagnósticos y vacunas en tiempos récord. Todas estas son situaciones que pensamos que solo íbamos a ver en el cine, y sin embargo, ocurrieron durante esta pandemia.
¿Cómo es convivir con una pandemia donde en los últimos 12 meses hemos tenido una mutación constante del virus?, debe ser un desafío inmenso para los investigadores biomédicos que buscan un punto débil, pero al mismo tiempo ¿la velocidad de esta nueva enfermedad, las mutaciones, los cambios de ritmo constantes, son una oportunidad para comprender, aún más, a las familias coronavirus?
Covid-19 es un desafío y una oportunidad. Nunca se investigó tanto en un hecho concreto. En poco más de un año de pandemia, PubMed ofrece más de 170.000 resultados si se realiza una búsqueda con el término Covid.
Pero esto también es parte del problema. ¿Cuáles de esos trabajos son originales y aportan realmente al conocimiento?
En cuanto a las mutaciones en sí, era algo que sabíamos que iba a suceder y que van a seguir apareciendo. La tarea es monitorearlas continuamente para detectar si alguna de ellas es capaz, al menos teóricamente, de escapar a los métodos de detección diagnóstica, o a la capacidad protectiva de las vacunas. De hecho, creo que uno de los aspectos fundamentales de la salud pública que adquirió relevancia durante estos meses es la vigilancia epidemiológica. Nunca se reflejó con tanta claridad su importancia como ahora.
¿Considera usted que el avance ante regiones “vírgenes” y el contacto con especies animales salvajes ocasionará nuevas enfermedades zoonóticas en el futuro?
Es muy probable, aún existen ecosistemas (no muchos) con poca actividad humana que pueden actuar como reservorios de microorganismos poco conocidos o de cepas más virulentas de los patógenos conocidos a los cuales todavía no nos hemos enfrentado.
¿Qué siente cuando grupos de personas que adhieren a los programas de vacunación ponen en duda los desarrollos de vacunas contra esta enfermedad?
Cierto desánimo.
Si bien la ciencia y la información científica han estado en las primeras planas, muchas veces se han presentado opiniones científicas en condiciones de igualdad con opiniones de charlatanes o conspiranoicos que con sus falacias han incrementado el riesgo en toda la sociedad.
¿Imaginó vivir algo similar mientras se formaba e investigaba?, parece una situación sacada de un relato de suspenso-terror o simplemente un fragmento de la historia de la medicina que retrata las pestes que afrontó la civilización.
Jamás lo imaginé.
Por más que la literatura, el cine y publicaciones científicas presentaban escenarios de este tipo, nunca imaginé que podría suceder en esta escala y duración.
Si bien ya en febrero del 2020 no tenía dudas de que la infección llegaría a nuestro país, jamás pensé que tendría esta dimensión y este efecto en nuestra cotidianeidad.
¿Cuál es la gran diferencia con la gripe H1N1 (2009-2010) y por qué nuestro país, en ese entonces, no vivió mayores desafíos?
En el 2009 se vivieron momentos difíciles, por supuesto que menores que ahora, pero ya los habíamos olvidado. Justamente la experiencia adquirida en aquel momento fue la que hizo que en el caso del Laboratorio de Inmunología y Virología del Hospital de Clínicas nos hayamos preparado con tiempo, y hayamos podido afrontar la emergencia en las mejores condiciones posibles.
A mi entender, lo que sucedió con H1N1 fue que la transmisión y la letalidad resultó menor que la de SARS-CoV-2 y duró menos tiempo. Posiblemente en esto haya influido la presencia de anticuerpos contra otros virus influenza ya sea por haber padecido gripe o por vacunación que, si bien no eran específicos contra el H1N1, pueden haber tenido algún tipo de efecto.
Países con un alto porcentaje de su población con las dos dosis contra la covid-19 habían regresado a una vida “cuasi normal”, pero se vieron obligados a diagramar una nueva dosis de vacuna ante el avance intempestivo de la variante Delta. ¿Considera que podrá lograrse la inmunidad de rebaño? ¿O estima que será necesario establecer campañas de vacunación a largo plazo ante posibles mutaciones en el futuro?
Por el momento parece que estamos yendo por un camino similar al de influenza con vacunación anual para las variantes predominantes, principalmente en los grupos más vulnerables.
¿Considera que la emergencia del SARS-CoV2 es un buen punto de partida para repensar/replantear el sistema de investigación en nuestro país?
Creo que el sistema científico argentino tuvo una respuesta muy buena, con desarrollos técnicos y resultados de investigación relevantes. Es interesante la respuesta de grupos de investigación, principalmente básica, que sumaron su experticia en diferentes áreas y adaptaron conocimientos propios previos a un escenario novedoso y emergente. Esta situación puede ser el primer paso hacia un sistema más articulado con las necesidades de nuestro país.