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En la Argentina, el conocimiento de la presencia natural de arsénico en el agua de consumo humano, producto de la actividad volcánica y termal en la cordillera de los Andes, tiene más de 100 años. Afecta a unos 4.000.000 de argentinos y provoca numerosos trastornos y patologías, algunos incluso muy graves. Sin embargo, sigue siendo un grave problema sanitario sin remediar. Y, aunque resulte paradójico, los organismos oficiales no disponen de un mapa nacional completo de los niveles de arsénico en las aguas de consumo humano.

El hidroarsenicismo en la Argentina tiene más de 100 años de antigüedad ya que en 1917 Mario Goyenechea y Agustín Pusso fueron los primeros que relacionaron el consumo de agua con arsénico en Belle Ville (Córdoba) y la patología que había sido descripta por Abel Ayerza en el mismo año, quien la denominó “arsenicismo regional endémico”. Hoy sigue siendo un problema sanitario grave el consumo humano de aguas arsenicales el cual aún no ha sido solucionado.

El arsénico (As) en las aguas subterráneas y superficiales en la Argentina es fundamentalmente de origen natural y está relacionado con el vulcanismo y la actividad hidrotermal de la cordillera de los Andes. En algunas localidades, como Monte Quemado en Santiago del Estero, por ejemplo, se han aplicado medidas mitigadoras mediante la construcción de acueductos que llevan aguas seguras de otras fuentes, o se han instalado plantas de tratamiento para abatir el As de las aguas destinadas a consumo humano y se han construido aljibes para recoger el agua de lluvia. Sin embargo, aún quedan muchas zonas, urbanas y rurales, que no cuentan con ningún mecanismo de remoción del As. Estas zonas constituyen lo que se conoce como zona de HACRE (sigla de hidroarsenicismo crónico regional endémico).

El HACRE se produce, entonces, por el consumo durante años de agua con elevado contenido de As y por la ingesta de alimentos preparados (cocidos) con estas aguas o cultivados con aguas ricas en As.

La Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) categorizó al As inorgánico en el grupo I, como una sustancia con comprobada acción carcinogénica para el ser humano, sobre la base de evidencia epidemiológica.

Numerosos trabajos publicados ponen de manifiesto que este problema afecta en nuestro país a unos 4.000.000 de personas. El HACRE puede desarrollarse por la ingesta crónica de As presente en el agua en concentraciones superiores a los 10 µg/L y se manifiesta con alteraciones en la piel a nivel palmo-plantar. Comienza con una hiperhidrosis, es decir, sudoración excesiva de pies y manos; le sigue una hiperqueratosis con aparición de callosidades que se agrietan y se tornan dolorosas volviéndose invalidantes para las personas afectadas. Prosigue con melanodermia (manchas oscuras) o leucodermia (zonas decoloradas) en forma de gotas de lluvia que, posteriormente, pueden malignizarse a cáncer de piel.

El As, ingerido en bajas dosis, puede provocar otros tipos de cánceres (pulmón, vejiga, hígado y riñon), y también puede producir afecciones cardiovasculares, neurotoxicidad y diabetes. Estudios recientes han demostrado que la exposición al As durante el período prenatal y posnatal afecta a la población infantil, al producir alteraciones neurológicas y disfunción cognitiva, alteraciones psicológicas, sensoriales y del habla, aumento de la mortalidad fetal, neonatal y posneonatal, bajo peso al nacimiento, además de la presencia de anemia en la madre.

Otros trastornos de la salud son las enfermedades pulmonares como la bronquitis, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y las bronquiectasias, las enfermedades hepáticas como la fibrosis portal no-cirrótica y otros desórdenes tales como polineuropatías, alteración vascular periférica, hipertensión arterial y problemas cardíacos.

Alteraciones en la pigmentación de la piel producidas por el As

En el Laboratorio de Asesoramiento Toxicológico Analítico (CENATOXA), que funciona en la Facultad de Farmacia y Bioquímica, la investigación de As en aguas se realiza con el propósito de geolocalizar fuentes de agua con As elevado o regiones de HACRE y por solicitud de particulares preocupados sobre la calidad de agua de su comunidad.

A partir de 2004 y a través de proyectos de investigación comenzaron a efectuarse estudios epidemiológicos, tanto ecológicos como transversales, a fin de evaluar la exposición al As y evaluaciones de riesgo de desarrollar HACRE de pobladores del territorio argentino, en particular, en las provincias de Buenos Aires, Santiago del Estero y del Chaco, dado que están expuestos crónicamente a elevadas concentraciones de As en el agua de consumo.

Los estudios incluyeron la evaluación de fuentes de exposición, como As en el agua y en los alimentos; y biomarcadores de exposición, como el As en orina, en poblaciones infantiles y adultas. La mayor parte de los individuos evaluados correspondió a población vulnerable tanto por el nivel socioeconómico (de extrema pobreza), como por ser población rural dispersa en la región lo cual dificulta la provisión de aguas de fuentes seguras. Otros estudios realizados apuntaron a investigar la capacidad de metabolizar el As de las comunidades estudiadas, así como otros factores que podrían modificar la toxicidad del As en humanos.

Pozos de agua subterránea para consumo humano en la región chaqueña
Típicas viviendas de población rural dispersa en la región chaqueña

Como resultado de estas investigaciones se pudo establecer la influencia del género, la edad, algunas características genéticas (presencia de polimorfismo genético) y el nivel de exposición al As como factores que pueden influir en el metabolismo del As y, consecuentemente, en el desarrollo del HACRE.

Los resultados obtenidos no dejan dudas acerca de la gravedad del problema y del riesgo de enfermar como consecuencia de la exposición crónica al As de una parte importante de los habitantes del país. La exposición al As, entonces, debe minimizarse para reducir sus efectos nocivos.

En 2007, desde el área regulatoria se modificó, en el artículo 982, capítulo XII del Código Alimentario Argentino, el nivel máximo de As para agua de bebida, el cual disminuyó de 50 a 10µg/L, igualándolo al valor provisional guía recomendado por la OMS. Además, se otorgó un plazo de cinco años para alcanzar ese estándar de calidad en regiones con contenidos de As en aguas muy superiores a 10 µg/L (admitiéndose concentraciones hasta 50 µg/L). Pasados los cinco años de gracia (2012), el artículo volvió a modificarse incluyéndose otra prórroga, esta vez “… hasta contar con los resultados del estudio ´Hidroarsenicismo y Saneamiento Básico en La República Argentina – Estudios básicos para el establecimiento de criterios y prioridades sanitarias en cobertura y calidad de aguas´.”.

Ya se cumplieron otros 6 años de la última modificación y no surgieron aún cambios ni prórrogas a nivel regulatorio, ni soluciones para remediar y asegurar la calidad del agua de consumo de las poblaciones afectadas. Y, aunque resulte paradójico, los organismos oficiales, incluso conociendo la magnitud del problema, todavía no disponen de un mapa completo de los niveles de As en las aguas de consumo de todo el país, existiendo sólo información parcial. Por el momento, lamentablemente, no se vislumbran soluciones al problema en el corto plazo.

Glosario
As3MT: arsenito metiltransferasa.
Bronquiectasias: dilatación anormal e irreversible del árbol bronquial.
EPOC: enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
IARC: International Agency for Research on Cancer (Agencia Internacional de Investigación del Cáncer).
HACRE: hidroarsenicismo crónico regional endémico.
Hiperhidrosis: sudoración excesiva.
Hiperqueratosis: engrosamiento de la capa externa de la piel.
Leucodermia: decoloración de la piel
Melanodermia: coloración oscura de la piel provocada por un aumento anormal de la melanina.
MTHFR: metilentetrahidrofolatorreductasa.
Perfil metabólico urinario: As inorgánico, ácido monometilarsónico y ácido dimetilarsínico en orina expresados como porcentajes respecto al As total urinario.

Laboratorio de Asesoramiento Toxicológico Analítico (CENATOXA)

Hidroarsenicismo en la Argentina. Un problema aún no resuelto

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