Guillermo Docena, profesor de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata investigador principal del CONICET, compartió con Farmacia y Bioquímica En Foco los desafíos que la pandemia de covid-19 presentó para su equipo de investigación. Propiciando estímulos a los estudiantes, becarios para desarrollarse en inmunología.
¿Cómo viven los investigadores de las ciencias biomédicas la pandemia de covid-19?
A pesar de la crisis sanitaria que ha generado esta pandemia en nuestro país y en el mundo, para nosotros los inmunólogos se trata de una situación única de aprendizaje y vivencias que jamás había imaginado. Siempre enseñé Inmunología sobre la base de las lecturas, la transmisión por otros colegas, la experiencia propia y las experiencias de otros inmunólogos. Pero en esta ocasión todo es en primera persona. La ventaja de la inmediatez de la información de todo el mundo nos permite analizar la situación, razonar sobre las causas y consecuencias de lo que ocurre en el día a día y sacar conclusiones que en el cortísimo plazo podemos ver si se cumplen o no.
Por lo tanto, en mi caso en particular la experiencia que estoy viviendo es algo único que me encuentra en un momento muy particular de mi carrera. Esto me está permitiendo realizar aportes que considero muy valiosos, como el desarrollo de métodos para detección de anticuerpos, o métodos rápidos para la detección de componentes virales, o una vacuna para la Covid-19. Pero, obviamente, esto no lo hago solo, sino en el contexto de un grupo de investigación. Inclusive esta situación es muy propicia para estimular a los estudiantes, becarios o investigadores a trabajar en Inmunología. Realmente es una especialidad de la Biomedicina muy apasionante que puede aportar mucho para mejorar la calidad de vida de las personas.
¿La conciben como una oportunidad para desarrollar y poner en juego todos los años de experiencias que han cosechado?
Realmente esta situación nos plantea una posibilidad de aplicar y transferir mucho de lo que hemos aprendido y en lo que nos hemos formado. Creo que en la Argentina mucha gente está en condiciones de realizar valiosos aportes a la situación sanitaria. Como mencioné anteriormente, estamos involucrados a través del Grupo COVID Exactas en el desarrollo de inmunoensayos serológicos, ensayos para detección de antígenos virales, obtención de anticuerpos monoclonales y dos vacunas.
¿Cuántas pandemias afectaron nuestra realidad por tanto tiempo?, seguramente debemos remontarnos a un pasado lejano para observar momentos tan álgidos.
En este siglo ha habido 4 pandemias o 4 brotes epidémicos con características de pandemia: SARS 2002, H1N1 2009, MERS 2013 y SARS-CoV-2 2019. Sin dudas que el actual es el que más ha impactado en el planeta y el más extenso. Hasta este siglo las pandemias se producían cada 30-50 años, pero en este siglo tenemos 1 cada 5 años, y en el caso de coronavirus tenemos 1 cada 7 años, lo cual nos está marcando que algo está pasando o algo estamos haciendo mal en el planeta. Evidentemente el hacinamiento en el que vive la gente en determinadas regiones del planeta (como el Sudeste asiático), la convivencia entre humanos y animales (posibilidad de generar zoonosis) y la globalización son factores fundamentales que están involucrados en el origen y la diseminación de estos virus emergentes.
Cada una de estas situaciones epidémicas/pandémicas ha tenido un recorrido y resolución muy distinto, y en el caso de la Covid-19 la situación es muy especial porque la naturaleza ha encontrado un equilibrio en este virus ya que tiene una alta transmisión, una baja mortalidad y solo requiere el contacto entre humanos para que se transmita y prospere en el mundo. El hecho de saber que las vacunas son la única herramienta para controlar esta pandemia también la diferencia de las pandemias que se produjeron en otros siglos. En ellas al no tener tratamiento ni forma de prevenirlas había que esperar el curso natural de ellas y probablemente se autolimitaba cuando se alcanzaba la inmunidad colectiva o inmunidad de rebaño por la infección natural. El precio era elevadísimo, con millones de vidas en el camino, y poblaciones enteras diezmadas. Por ejemplo, en la segunda pandemia de la peste negra, la peor de las tres, el 50% de la población europea desapareció (80-200 millones de personas en Europa y Asia) y duró seis años; en la pandemia de la mal llamada gripe española murieron 40-50 millones de personas y duró dos años.
Actualmente sabemos que con las vacunas para Covid-19 la situación se está controlando y esto seguramente permitirá retomar hábitos de vida normales en el corto plazo.
¿Cómo es convivir con una pandemia donde en los últimos 12 meses hemos tenido una mutación constante del virus?, debe ser un desafío inmenso para los investigadores biomédicos que buscan un punto débil, pero al mismo tiempo ¿se vive como una “aventura”, cómo una “fiesta” que estaban esperando ser convocados debido al cambio de ritmo constante?
Si bien como dije anteriormente esto es algo único para los inmunólogos, de ninguna manera es una fiesta ya que el proceso ha sido muy duro desde distintos aspectos (sanitario, económico, sicológico, social, laboral, etc.) y han quedado millones de vidas en el camino, con consecuencias sicológicas que no podemos dimensionar al día de hoy en los infectados. El dinamismo de la pandemia desde el minuto cero es un desafío constante para la comunidad científica del mundo, pero también ha sido un desafío para ver qué podemos lograr en el corto tiempo. Y realmente hemos visto que prácticamente la comunidad científica del mundo se puso a disposición, ha habido mucho apoyo institucional y financiero para poder buscar soluciones, pero al mismo tiempo tenemos la otra cara de la moneda y tiene que ver con el proceso de producción y distribución de vacunas que ha sido muy heterogéneo y con falta de equidad para muchos países del planeta. Lo mismo pasó en la epidemia de la gripe del 2009, y ahora volvimos a cometer el mismo error. Sin embargo, los países más poderosos del mundo, que es donde se producen las vacunas (5-7 países), se dieron cuenta de que si no se vacuna a la población mundial y se controla la transmisión viral, las vacunas pueden resultar obsoletas en el corto plazo.
Las variantes virales son la principal amenaza para las vacunas, y estas se generan simplemente cuando el virus se replica en forma masiva. Las variantes virales se producen siempre cuando el virus se multiplica, la diferencia es que dependiendo del virus lo hacen con mayor o con menor intensidad. Por suerte, para SARS-CoV-2 la tasa de mutación es baja, en comparación con VIH o influenza, pero al ser tan alta la transmisión, y por lo tanto su replicación, esa baja capacidad de mutación se transforma en la posibilidad concreta que se generen variantes virales en diferentes poblaciones. Y eso mismo ocurrió desde la primera ola en el hemisferio norte. Por lo tanto, en este momento, que estamos viendo la luz al final del túnel, es imperioso continuar con la vacunación en todo el planeta para controlar la transmisión del virus y la consiguiente aparición de nuevas variantes virales.
Existen especulaciones de todo tipo sobre el origen de la enfermedad, ahora bien, dejando de lado ese debate, ¿qué sucederá en los próximos años, cree que el avance de la barbarie ambiental y el cambio climático nos llevarán a vivir pandemias tan agresivas como la covid-19 con más frecuencia?
No tengo dudas de que la aparición del SARS-CoV-2 en 2019 es algo natural. Si fuera algo artificial, creado en algún laboratorio como se ha especulado, quisiera ver las pruebas. Hasta que no estén a la vista sostengo que la naturaleza por sí sola es capaz de buscar y generar un virus como este.
En realidad, este virus no es agresivo, el virus es bastante inocuo y la prueba es que en el 60-80% de los infectados la enfermedad transcurre en forma asintomática o leve. En el porcentaje restante puede transcurrir como una enfermedad moderada o severa, y en un muy bajo porcentaje (2-3%) produce la muerte de la persona infectada. Tal vez la principal causa por la cual la infección no genera una patología severa es porque una vez que invade a la célula blanco, se replica y emergen los viriones nuevos, la célula no se muere.
Hoy sabemos que la severidad de la Covid-19 está dada por cómo reacciona el sistema inmune frente a la presencia del virus. Es decir que la gravedad de la enfermedad depende de la persona infectada. El virus es el mismo que invade a un huésped y produce una enfermedad leve o asintomática, que el que invade a otro humano y produce una enfermedad severa.
No podemos descartar que en los próximos años o décadas se repita un proceso similar. La diferencia será que esta pandemia nos deja muchos aprendizajes, y deberíamos saber qué hacer y qué no hacer frente a situaciones similares. Sin dudas el cambio climático, pero principalmente el hacinamiento de los humanos, y con animales, favorece el pasaje de microorganismos y virus entre especies.
¿Qué siente cuando grupos de personas que adhieren a los programas de vacunación ponen en duda los desarrollos de vacunas contra esta enfermedad?
A esta altura de los acontecimientos nadie debería dudar de las vacunas. Con la pandemia de Covid-19 hemos aprendido lo que es vivir con la falta de una sola vacuna. Este virus ha dado vuelta al planeta como una media y, desde febrero 2021, hemos sido testigos de cómo la vacunación es capaz de controlar este problema sanitario.
Además, a partir de la década de 1950 hemos visto cómo se han controlado muchas enfermedades infecciosas, comenzando por la poliomelitis; y luego también hemos visto cómo, cuando se deja de vacunar, aparecen brotes epidémicos. Esto ha pasado, por ejemplo en el 2000 cuando se declaró controlado el sarampión en el mundo y esto duró hasta 2006 en que empezaron los brotes en Estados Unidos. A partir de 2016 comenzó un crecimiento sostenido de infecciones por el virus del sarampión hasta nuestros días. Esto se originó por falta de vacunación a partir del accionar de los grupos antivacunas.
¿Imaginó vivir algo similar mientras se formaba e investigaba?, parece una situación sacada de un relato de suspenso-terror o simplemente un fragmento de la historia de la medicina que retrata las pestes que afrontó la civilización.
Realmente nunca me imaginé que podía llegar a ser protagonista en una situación de este tipo. Tampoco nunca dudé de que se pudiera vivir este tipo de situaciones pandémicas. Pero en los hechos realmente nos preparamos para estas situaciones y depende del contexto personal y profesional en el que uno se encuentra que podamos pasar una situación concreta en la que podamos trasladar lo que hacemos en la mesada a la gente, y a un país.
Esperemos que esta crisis sanitaria deje aprendizajes y que entendamos que un país sin independencia científica, y sin apoyo al desarrollo de la ciencia, tendrá muchos inconvenientes en el futuro. Hoy la ciencia se construye en el día a día desde nuestros laboratorios, colaborando e interactuando con el mundo. Hoy tenemos a la vista cuál es la importancia de tener un desarrollo científico propio y autonomía en las decisiones sanitarias.
¿Cuál es la gran diferencia con la gripe H1N1 (2009-2010) y por qué nuestro país, en ese entonces, no vivió mayores desafíos?
En realidad, las situaciones son muy comparables. Ambas han sido producidas por dos virus a ARN: influenza y SARS-CoV-2. El brote de influenza se controló en el mundo con 40 días de cuarentena y una droga terapéutica (Tamiflú) que a los dos meses resultó ser efectiva. Luego tuvimos las vacunas que nos permiten controlar los brotes epidémicos anuales. Tuvimos suerte con el H1N1 porque la transmisión entre humanos fue baja y se han desarrollado diversas vacunas, que aún con una eficacia del 50-60% funcionan para controlar la infección estacional (invierno).
Con el SARS-CoV-2 hasta el momento no tenemos un tratamiento efectivo contra el virus, sólo podemos tratar el proceso inflamatorio, y se han desarrollado en tiempo récord distintas vacunas que son seguras, mostraron una elevada eficacia y están demostrando que logran prevenir la enfermedad severa y la muerte, y controlan la transmisión viral.
¿La variante Delta será la última que veremos o estamos ante nuevas mutaciones y contiendas?
La variante Delta se ha transformado en muchos países, principalmente del hemisferio norte, en la principal variante que ha desplazado a las otras existentes por su alto poder infeccioso. En nuestro país esto no se está observando hasta el momento luego de 4 meses de haber ingresado.
Mientras siga habiendo transmisión viral, la posibilidad que aparezcan nuevas variantes del SARS-CoV-2 está latente, y son la principal amenaza para las vacunas. Por lo tanto, sabiendo que las vacunas son eficientes para controlar la enfermedad y la circulación viral, el objetivo debería ser completar la vacunación de la población del planeta en el corto plazo. Mientras tanto, seguramente debemos administrar dosis de refuerzos al menos una vez por año durante los próximos años.
¡La pandemia no ha terminado aún!