PIEZAS DESTACADAS DEL MUSEO DE FARMACIA
Como guía fundamental de la profesión farmacéutica se crearon las farmacopeas, que son los códigos de carácter oficial rectores en la elaboración y el control de los principios activos y medicamentos que se emplean para el cuidado de la salud de la población. El Museo cuenta con nuestros primeros exponentes y con farmacopeas antiguas internacionales que fueron base para la creación de la Farmacopea Argentina.
PRIMERA EDICIÓN DE LA FARMACOPEA NACIONAL ARGENTINA
En siglo XIX en la Argentina se registraron varios intentos de proyectos de Farmacopea. En 1822, el Arreglo de Medicina reglamentó el arte de curar y su ejercicio, y estableció como oficial la Farmacopea Española cuarta edición, hasta que en 1893 se oficializó la primera edición de la Farmacopea Nacional Argentina. La Sociedad Farmacéutica Bonaerense ya desde 1856 había ilustrado con numerosos hechos y ejemplos la necesidad de redactarla.
Conozcamos la historia…
El 9 de abril de 1822 el gobernador Martín Rodríguez y su ministro Bernardino Rivadavia reglamentaron el ejercicio de la Medicina y la Farmacia, y establecieron en su artículo 28, Título III que: Ínterin se forme y sanciona el Código de Farmacia, la elaboración de las medicinas en las boticas será en todo arreglada a la Farmacopea Española cuarta edición.
El ínterin a que se refiere el artículo 28 abarcó un lapso de tres cuartos de siglo aproximadamente, hasta la puesta en vigencia de un código de farmacia propio.
Las primeras intenciones de generar una Farmacopea Argentina datan de 1823, cuando en el discurso de apertura de la Academia Nacional de Medicina, el doctor Juan Antonio Fernández propuso un plan de quince trabajos, uno de los cuales se titulaba “Presentación de un proyecto de Código Farmacéutico del país”. En esa etapa, desde abril 1822 hasta noviembre de 1824, la Academia Nacional de Medicina tuvo una vida efímera y sus trabajos se extraviaron.
El 12 de agosto de 1856 se fundó la Asociación Farmacéutica Bonaerense, entidad origen de la actual Academia Nacional de Farmacia y Bioquímica. Desde sus comienzos la Asociación trabajó ansiosamente para alcanzar una Farmacopea Nacional.
Con el propósito de la creación de una Farmacopea Bonaerense fue nombrada una comisión que informó que resultaba indispensable la cooperación de los médicos establecidos en el país para que fraternizaran con los farmacéuticos y lograran la fiel observancia y ejecución en la preparación y despacho de las fórmulas, que se debían reglamentar de una manera uniforme para dar cuenta de las divergencias motivadas por la práctica diferente de médicos y de farmacéuticos de distintas naciones.
La influencia de la cultura francesa en la formación médico-farmacéutica de aquella época hizo que el Consejo de Higiene, ex Tribunal de Medicina, en su reglamento (art. 14 del título 5°) estableciera el uso de la Farmacopea de París de 1837 mientras no se organizara la Farmacopea Bonaerense, pero no obstante se despacharía por otras farmacopeas para llenar las prescripciones de los facultativos. Esto marcaba que la Farmacopea de París no cubría todas las necesidades de nuestro país.
La formación de una Farmacopea Nacional se hacía, entonces, muy necesaria pues cada farmacéutico seguía la Farmacopea que le convenía, unos la francesa, otros la inglesa y otros la española.
La formación de una Farmacopea Nacional, según lo entendemos debe ser la obra común de los que profesan las dos ramas del arte del curar, -de los médicos y farmacéuticos-, pues pertenece a las dos profesiones tanto por su formación como por su objeto.
(Demarchi, 1859)
El doctor Carlos Murray propuso la realización de la Farmacopea a través de la Junta Directiva de la Asociación y que, una vez elaborada, se la presentara a las autoridades competentes para su aprobación.
El 8 de junio de 1857 la Asociación se dirigió al Consejo de Higiene en una nota donde exponía las razones para establecer y adoptar una Farmacopea propia o un Formulario de preparaciones oficiales, a la vez que pedía se designara la forma de proceder para la formación de una u otra. Pero la nota no obtuvo respuesta.
En “Reformas y Mejoras” de la Revista Farmacéutica del 1º de abril de 1862, Murray –que fue el primer profesor de Farmacología– en su artículo “Nuestra Guía Oficial” reclamaba que una de las principales necesidades de la profesión era poseer una Farmacopea Nacional que los guiara en las preparaciones oficinales. También señalaba que la Asociación debía tomar la iniciativa ya que la nota presentada el 8 de junio al Consejo de Higiene no había obtenido resultado.
En mayo de 1864, el doctor Nicanor Albarellos, profesor de Medicina Legal, y Pedro Banon, inspector de farmacias, presentaron por su cuenta al Gobierno Nacional un proyecto de Farmacopea. En respuesta, Murray expuso que esa valiosísima obra era de suma necesidad para la Farmacia y la Medicina. Sin embargo, explicó algunas observaciones sobre el Proyecto de Farmacopea propuesto:
Una Farmacopea no podía ser la obra de dos personas, primero porque ellos podían olvidar pequeñas cosas pero muy necesarias y segundo porque era solamente del choque de ideas de donde podía salir una obra merecedora de llamarse Farmacopea Argentina.
El 6 de junio de 1864 se encomendó igualmente la Farmacopea elaborada por Albarellos y el Banon a una Comisión examinadora.
El 30 de diciembre de 1864, el doctor Eduardo Costa, ministro de Instrucción Pública de la Nación, anunció que la Farmacopea propuesta por Albarellos y Banon, luego de haber sido sometida a correcciones por la Comisión examinadora, sería aprobada y encomendada al Congreso de la Nación como Proyecto de Farmacopea luego de que sus autores la revisaran y corrigieran tomando en consideración las observaciones realizadas. En cumplimiento de lo aconsejado, los autores procedieron a reformarla. El 1º de septiembre de 1865 el Congreso de la Nación aprobó el proyecto pero sufrió dilaciones hasta que fue retirado.
Murray, entretanto, publicó su Tratado de Farmacia y Farmacognosia.
El 29 de diciembre de 1869 fue aprobada la Reglamentación sobre el ejercicio de la Medicina y la Farmacia, que en su artículo 12 establecía:
Para la composición de los remedios oficinales se deberá seguir la Farmacopea de Murray, Catedrático de Farmacia de la Facultad de Buenos Aires; no obstante, se despachará por otra Farmacopea, siempre que lo indique el facultativo.
(Cignoli, 1953)
En 1873 Murray presentó su obra en la Cámara de Diputados con el fin de que fuese adoptada como Farmacopea y Formulario Nacional. Sin embargo, la Cámara no trató el tema y devolvió el ejemplar a su autor.
El 17 de julio de 1874, a las 7.15 h, Carlos Murray murió inesperadamente. En ese mismo año aparecería la segunda edición de su obra; la tarea de corrección e impresión había sido terminada por su discípulo Juan Aikens. Y es que antes de su muerte Murray había comenzado a redactar la segunda edición, puesto que la primera estaba agotada y los alumnos de Farmacia anhelaban acceder la obra. Como señaló Pedro Arata: La obra de Murray servirá siempre como Códex o como base para la formación de otro que llene una necesidad tan sentida.
El 28 de enero de 1881 el Departamento Nacional de Higiene, ex Consejo de Higiene, resolvió:
Que es de indispensable necesidad una Farmacopea Nacional. Que a la Sociedad Nacional de Farmacia se le encomienda la confección de un Proyecto de Farmacopea Nacional.
Al conocerse esta resolución, el 4 de febrero de 1881, la Sociedad Argentina de Farmacia nombró una comisión para delinear el Plan general de trabajo.
La Comisión Directiva de la Sociedad Nacional de Farmacia, ex Asociación Farmacéutica Bonaerense, redactó el Reglamento para las Comisiones, que comenzaron a trabajar el 26 de julio de 1881. En los años siguientes, las comisiones laboraron en silencio. Algunas de ellas reclamaron la falta de respuesta de algunos médicos nombrados por el Departamento de Higiene, pero no consiguieron respuesta.
En 1887, el doctor Miguel Puiggari, quien era el encargado de recopilar el trabajo de las comisiones, envió una nota al Departamento Nacional de Higiene donde indicaba la culminación del proyecto de confección de la Farmacopea Nacional Argentina.
El 14 de abril de 1889 murió Miguel Puiggari, reconocido como la mayor influencia hispana en la Farmacotecnia de nuestro país en el siglo XIX.
Por su parte, en 1891, el farmacéutico Estanislao Zubieta presentó al Departamento Nacional de Higiene un proyecto de Farmacopea llamado “Formulario Oficinal y Magistral o Farmacopea Argentina”. Pero el Departamento de Higiene requirió que se prohíba la circulación de su obra ya que se encontraba en funcionamiento una comisión de carácter oficial encargada de confeccionar la Farmacopea Nacional. Además, el título de la obra de Zubieta incluía la frase Farmacopea Argentina, cuando no había sido establecida bajo un marco oficial, hecho que disgustó al presidente del Departamento.
En abril de 1892, en la Asamblea general ordinaria de la Sociedad se propuso a la Comisión Directiva retirar del Departamento Nacional de Higiene la Farmacopea que había sido enviada por el ya fallecido Miguel Puiggari. El objetivo era que una comisión nombrada, a su vez, por la Comisión Directiva la estudiase y modificase, para que de aquella Farmacopea surgiera, finalmente, la primera edición de la Farmacopea Argentina.
Miguel Puiggari (hijo) comentó la historia de ese proyecto de Farmacopea, informó que poseía en su poder la obra y la puso a disposición de la Sociedad.
El 30 de marzo de 1892, el presidente del Departamento Nacional de Higiene nombró una comisión para redactar la Farmacopea Nacional. Al año siguiente de su formación, la comisión redactora elevó el proyecto a ese Departamento, que luego de ser considerado fue aprobado en todas sus partes. Proyecto de Farmacopea Argentina, primera edición
En 1893, el Congreso de la Nación aprobó por unanimidad la Ley 3.041 que oficializaba al Códex Medicamentarius de la República Argentina, la Farmacopea Nacional Argentina, en todo el territorio de la Nación. Asimismo, se aprobó que cada ejemplar del Códex debía llevar un número de orden y el sello del Departamento Nacional de Higiene como garantía de autenticidad.
La ley de la Primera Edición de la Farmacopea Nacional Argentina fue promulgada el 1 de diciembre de 1893. Desde su puesta en vigencia hasta nuestros días se han aprobado siete ediciones de la Farmacopea Nacional Argentina. Nuestro país uno de los pocos de América con Códex Farmacéutico propio y vigente.