Al igual que la propia vacuna contra la viruela, que fue la pionera, los primeros grupos antivacunas organizados también surgieron en Gran Bretaña como respuesta a las leyes que a mediados del siglo XIX obligaban a los padres a vacunar a sus hijos, e imponían penas de multas e incluso prisión. En 1853 se constituyó la Liga Antivacunación y en 1867, la Liga contra la Vacunación Obligatoria.
En los EE.UU., las leyes obligatorias de vacunación aprobadas en la segunda mitad del siglo XIX fueron, asimismo, consideradas un abuso de poder. Aparecieron organizaciones como la Asociación Antivacunación de Estados Unidos, la Liga contra la Vacunación Obligatoria de Nueva Inglaterra y la Liga Antivacunación de la Ciudad de Nueva York. Mediante campañas y batallas legales consiguieron derogar esas leyes en diferentes estados con el argumento de que violaban los derechos individuales de las personas.
Por esa misma época, un grupo de médicos alemanes también realizó un manifiesto en contra de la vacuna de la viruela.
En Francia, el miedo que provocaba la idea de introducir un agente mortal a un ser humano sano hizo que incluso algunos colaboradores del propio Louis Pasteur abandonaran su laboratorio a modo de protesta.
En la década de 1890 los miembros de la Armada Británica se opusieron a ser vacunados contra el tifus, lo que causó 58 000 casos y 9000 muertes en la segunda guerra de los Bóer, en África.
En 1974 surgió en diversos países una gran controversia con la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos ferina (v) debido a la publicación en Archives of Disease in Childhood del artículo “Neurological complications of pertussis inoculation”, donde se afirmaba que una treintena de niños habían sufrido consecuencias neurológicas (vómitos, irritabilidad, convulsiones y espasmos). La repercusión mediática de esta polémica se hizo notar tanto en EE.UU. como en Gran Bretaña, aunque fue en este último país donde disminuyó la tasa de vacunados y, como consecuencia, se registraron tres brotes de difteria.
El movimiento antivacunas llegó a España a finales de la década de 1980 cuando, con el nexo común de un centro de parto natural de Cataluña, un grupo de profesionales de la salud y padres crearon la Liga Nacional para la Libertad de la Vacunación, registrada oficialmente como asociación a principios de los noventa. Según la propia asociación, su movilización se originó por la necesidad de “buscar respuestas alternativas al mensaje dominante de la vacunación masiva sistemática”.
Por esa misma época comienza a integrarse el Foro Europeo para la Vigilancia de las Vacunas (EFVV, por su sigla en inglés), una organización paraguas para las organizaciones y grupos pro libre elección. Para octubre de 2019 contaban con la participación de grupos provenientes de 25 países europeos y unos 100 000 miembros. El Foro demanda políticas de vacunación que “respeten” la libertad de elección y exhorta a que se aplique un consentimiento informado.
En 1998 la prestigiosa revista The Lancet publicó un artículo del exmédico británico Andrew Wakefield (ex porque le fue retirada su matrícula profesional) en el que relacionaba la vacunación contra el sarampión, la parotiditis y la rubéola con el autismo y diversas enfermedades del colon. En 2004, el periodista de investigación Brian Deer demostró que Wakefield tenía ´conflictos de intereses financieros´, había ´aceptado´ £55 000 de parte de un estudio de abogados que pretendía enjuiciar a varios laboratorios productores de vacunas. Para más, 10 de los 12 coautores del trabajo se retractaron de las conclusiones. Pero el daño ya estaba hecho: debido a la alarma social generada, la tasa de vacunación para estas enfermedades descendió por debajo del 80% en Gran Bretaña. La influencia ha sido tan fuerte, y continúa hasta hoy, que incluso el presidente actual de los EE.UU., Donald Trump, ha adherido tenazmente a esta información errónea.
En 2016 fue vetada la exhibición del polémico documental Vaxxed: del encubrimiento a la catástrofe del prestigioso festival de cine de Tribeca (Nueva York). El tema tomó relevancia mundial, dado que el cofundador del festival y prestigiosísimo actor Robert De Niro –quien tiene un hijo autista– sostenía tales creencias, aunque ante la evidencia médica debió torcer su decisión. El documental volvía a asociar la vacuna triple viral con el autismo y acusaba al Centro para el control y la prevención de enfermedades de Estados Unidos (CDC) de El director y coguionista de la película fue, justamente, el exmédico
Los antivacunas tienen, lamentablemente, mucho a su favor a la hora de influir en la sociedad, he aquí algunos de sus activistas más famosos: Jim Carrey, Alicia Silverstone, Charly Sheen, Kristie Alley, Selma Blair, Rob Schneider, Britney Spears, Oprah Winfrey, el ya fallecido Hugh Hefner, los citados precedentemente Donald Trump y Robert de Niro, por nombrar solo algunas celebridades.
UNA APOSTILLA
El presidente Donald Trump, luego de haber generado por años numerosos tweets ´pro antivacunas´, debió abandonar su escepticismo –al menos públicamente– por el decidido incremento de casos de sarampión en su país: en los campus de prestigiosas universidades como Berkeley y UCLA, en el paraíso de la felicidad llamado Disneylandia, o el brote que se extendió en una comunidad de judíos ortodoxos no vacunados en el barrio neoyorquino de Williamsburg. Inopinadamente, el viernes 26 de abril de 2019, en un encuentro con periodistas frente a la Casa Blanca, Trump tuvo que exhortar enfáticamente a los ciudadanos estadounidenses del modo que sigue (es traducción literal): Tienen que ponerse la inyección. Las vacunas son muy importantes. Esto está sucediendo ahora.
Como destacó la OMS en un comunicado de abril de 2019: “Después de 30 años de desarrollo, la RTS,S es la primera y hasta la fecha la única vacuna capaz de reducir drásticamente el paludismo entre la población infantil. Los ensayos clínicos realizados han puesto de manifiesto que la vacuna previene aproximadamente cuatro de cada diez casos de paludismo clínico y tres de cada diez casos de paludismo grave potencialmente mortal”.
El Virreinato de Nueva Granada, conocido también como Virreinato de Santafé porque su capital era Santafé de Bogotá, fue una entidad territorial dentro de las colonias americanas del Imperio español, conformado por territorios de las actuales Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá.
Esta obra de 1802 es de autoría de James Gillray, quien en ocasiones firmaba como Gilray, un reconocido caricaturista y grabador británico, famoso por sus aguafuertes basados en sátiras políticas y sociales, en su mayoría publicados entre 1792 y 1810. Se conserva en The British Museum.
Centro de Divulgación Científica – Facultad de Farmacia y Bioquímica UBA
Fuentes
Lopera Pareja, Emilia. El movimiento Antivacunas. Argumentos, causas y consecuencias. Organización de los Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) y Libros de la Catarata, Madrid, 2016.
López Santamaría, Miguel Ángel. Los movimientos antivacunación y su presencia en internet. Ene, Revista de Enfermería, 2015; 9(3).
ProCon.org. History of Vaccines. Pros & Cons of Current Issues. https://vaccines.procon.org/history-of-vaccines
Williamson, S. Anti-vaccination leagues. Archives of Diseases in Childhood. 1984;59:1195-1196.
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