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Mi nombre es Analía Loria y cursé la carrera de Bioquímica en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires entre 1997 y 2003. Actualmente me desempeño como profesora asociada en el Departamento de Farmacología y Ciencias Nutricionales de la Universidad de Kentucky, en los Estados Unidos.

En los comienzos, mi objetivo fue obtener la especialización en Bioquímica clínica para lograr una plaza en un hospital público. Me fascinaba la idea de asistir a los médicos con resultados que contribuirían a tomar decisiones en el tratamiento de los pacientes. Por eso, aprender a manejar las técnicas de laboratorio era imprescindible para entender el contexto en el que se generaban esos resultados.

Como estudiante, la Facultad de Farmacia y Bioquímica me brindó muchas oportunidades. Una de las mejores decisiones durante los primeros años de la carrera fue integrarme como ayudante en la Cátedra de Fisiología. Además de que fue una experiencia inolvidable y única, me ayudó a desarrollar responsabilidades y un sentido de compromiso con la materia. Al mismo tiempo que realizaba tareas docentes, tenía la oportunidad de participar en proyectos de investigación básica en el área de la fisiología cardiovascular y renal, presentar trabajos en congresos científicos y contribuir con las publicaciones en revistas internacionales de la especialidad.

En el último año de la carrera, y luego de recibirme de Bioquímica, no solo realicé actividades docentes y de investigación en la Cátedra, sino que también trabajé en la división de Inmunología del Hospital Elizalde como asistente del personal del laboratorio. Tuve, además, la oportunidad de hacer guardias varios fines de semana en el Hospital de Clínicas.

A través de la Facultad conseguí un puesto part-time en el Instituto Nacional de Alimentos (INAL), que funciona en el ámbito de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), dependiente del Ministerio de Salud de la Nación (hoy Secretaría). Allí utilicé mis conocimientos en nutrición para modificar y actualizar las leyes que rigen el código alimentario.

En 2003 tuve la oportunidad de realizar una beca de investigación básica en la Universidad de Murcia, España, con el doctor Javier Salazar. En ese momento, no tenía planeado continuar mi carrera en el exterior, sino volver y preparar el examen de residencia para el hospital público. Sin embargo, el doctor Salazar me ofreció trabajar en un proyecto de tesis para estudiar el efecto del bloqueo del sistema renina-angiotensina en el desarrollo renal. En ese momento acepté la propuesta dado que mi proyecto estaba funcionando bien y los compañeros de laboratorio eran excelentes.

Luego de completar mi tesis doctoral en 2007, comencé con una experiencia posdoctoral en el Medical College of Georgia, Estados Unidos, con la doctora Jennifer Pollock. Esas investigaciones demostraron que el estrés psicosocial durante la vida posnatal induce alteraciones en el sistema cardiovascular. En 2013, ya como investigadora independiente de la Universidad de Kentucky, dirigí un proyecto financiado por el National Institutes of Heath (NIH), un organismo equivalente al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de la Argentina. Actualmente, estudiamos los mecanismos por los cuales la exposición al estrés psicosocial durante la vida temprana aumenta del riesgo cardiovascular,  mediante el uso de modelos animales transgénicos. Más específicamente, nuestras investigaciones se focalizan en el estudio de los efectos del estrés psicosocial durante la vida temprana sobre la expansión del tejido adiposo, y cómo el eje tejido adiposo-cerebro induce la activación del sistema simpático, asociado con el desarrollo de hipertensión.

El paso por la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires me brindó las herramientas para estar a la par con los sistemas educativos de otros países, como España y Estados Unidos. Por supuesto, tuve que adaptarme a los requerimientos de cada sistema y al idioma. En este sentido, el sistema estadounidense es muy competitivo y los alumnos tienen en claro desde muy temprano en su formación cuáles son los pasos para lograr sus objetivos. Por otra parte, las normas de bioseguridad y los procesos de estandarización del uso de animales son mucho más estrictos y hay que habituarse a incorporarlas al hacer cotidiano.

Sin embargo, la formación integral que me dio esta carrera, con los conocimientos de Física, Química, Bioquímica, Fisiología, Fisiopatología y Farmacología, es única y completa una educación interdisciplinaria que permite situarse en una posición ventajosa a la hora de adaptarse a distintas posibilidades de trabajo.

Un especial agradecimiento a Cristina Arranz, Ángeles Costa+, Ana Balaszcuck, Andrea Fellet, Analía Tomat, Rosana Elesgaray, María Rugiero, Olga Tamasi y Mariela Vidueiros, que supieron guiarme y con quienes compartí esta maravillosa experiencia.

Dra. Analía S. Loria, Profesora asociada, Departamento de Farmacología y Ciencias Nutricionales, Facultad de Medicina, Universidad de Kentucky. EE.UU.