La ciencia que cultivaron los jesuitas en los territorios que, a partir del 1 de agosto de 1776, conformarían el Virreynato del Río de la Plata fueron la astronomía*, la óptica, el magnetismo y, más tarde, la electricidad. Justamente en esta última centraremos la atención para recontar lo que puede considerarse el ´primer experimento´ llevado a cabo en lo que hoy es la provincia argentina de Santa Fe.
Los experimentos sobre electricidad animal fueron desarrollados por el misionero Ramón María Termeyer, con una anguila eléctrica, hacia fines de la década de 1760. Ya transcurrida la expulsión de los jesuitas del Río de la Plata, los resultados de esos experimentos fueron publicados primeramente en la Raccolta Ferrarese de 1781, allí el pez era denominado “anguilla tremante” o simplemente “anguila”.
Se recuerda que la expulsión constituyó un proceso iniciado por la Real Pragmática del 27 de febrero de 1767, una orden del rey Carlos III que debía ser acatada por los jesuitas de todos los dominios de la corona de España, incluyendo los de Ultramar; se calcula que eran unos 6000 individuos por esa época. En concreto, la orden le fue intimada a Termeyer el 7 de agosto de aquel año.
Termeyer se radicó entonces en Italia. La mayor parte de sus trabajos fueron luego reunidos en 5 gruesos volúmenes con el título de Opuscoli scientifici d’entomologia, di física e d’agricoltura (Milán, 1807-1810). El último volumen incluye un trabajo sobre el “ginnoto americano” del río Saladillo de Santa Fe (una especie de los peces guimnotiformes de la cuenca del Paraná), en carácter de ampliación de la versión primigenia publicada en 1781.
Relataremos aquí brevemente en qué consistieron tales experimentos y otras contribuciones de Termeyer, sustentándonos en las exhaustivas investigaciones realizadas por el doctor en Medicina y en Historia, Miguel de Asúa.
Ramón María Termeyer: destaques biográficos
Ramón María Termeyer (en realidad Wittermeyer), nació en Cádiz en 1737. Había ingresado a la Compañía de Jesús en 1755, en Sevilla alcanzó el presbiterato el 29 de septiembre de 1763. Ya sacerdote, fue destinado a la provincia del Paraguay.
Llegó a Buenos Aires el 21 de junio de 1764 y pasó a Córdoba. Al salir de España, había llevado consigo una ampolla con huevos de gusanos de seda, para proseguir en América las observaciones que había iniciado en 1759.
Fue luego enviado a la reducción de mocovíes de San Javier, dependiente del Colegio de Santa Fe (actual Argentina)**, donde también comenzó a estudiar arañas, en particular de la especie Aranea latro Linn. Para 1766/67 realizó los experimentos sobre electricidad animal a los que destinaremos la próxima sección de este artículo.
Al ser expulsado, Termeyer se trasladó a Montevideo, de donde zarpó, con otros jesuitas, hacia España el 16 de mayo de 1768. Se exilió en Italia, concretamente en Faenza, donde prosiguió con sus investigaciones. Más tarde, alrededor de 1779, se estableció en Milán y convirtió su casa en un “nido de arañas” (criaba unos dos mil ejemplares) ante la preocupación de sus vecinos, como consigna la biografía publicada por la Real Academia de la Historia. Envió una colección de arañas a la Corte de Madrid, donde causaron sensación.
En 1788 obsequió medias de seda de araña, de la especie Diadema, al rey Carlos III, a la zarina Catalina II de Rusia, al Rey de Nápoles y al archiduque Fernando de Austria. Para su propio uso, se fabricó unos guantes. Su casa fue destruida durante la invasión francesa de 1796, pero reanudó sus estudios. En 1806, hizo una exposición de diversos “objetos de telaraña”, que donó después a Napoleón Bonaparte, a la emperatriz Josefina y a la virreyna de Italia, Auguste-Amélie-Louise de Beauharnais.
Hizo también estudios sobre la prolongación de la vida de los ovíparos y sobre diversas especies de coleópteros. El ya citado Opuscoli scientifici d’entomologia, difísica e d’agricoltura (Milán, 1807-1810) contiene varios ensayos sobre la seda de araña, artículos sobre entomología, sobre la eficacia de un antídoto universal contra el veneno de víboras, el mejor modo de conservar frescos los huevos de gallina en viajes largos, la técnica de tejido de la lana de guanaco, un tratado corto sobre historia natural americana, un extenso trabajo sobre la yerba mate, principal producto de exportación de las reducciones guaraníes de la provincia jesuítica del Paraguay, entre otros. Allí incluyó también un texto titulado Intorno ad un’ Anguilla, ossia Ginnoto Americano, de nuestro interés para este abordaje. Todos estos artículos o tratados breves parecen haber sido escritos en Europa.
Los experimentos de Termeyer
Desde el siglo XVII y hasta finales del siglo XVIII los eruditos jesuitas desarrollaron un interés por el magnetismo y la electricidad, una rama de ciencia experimental a la que contribuyeron constantemente durante la época moderna. De hecho, la electricidad y, especialmente su acabada comprensión, estaba de moda en el siglo XVIII, con los experimentos de Benjamin Franklin, Luigi Galvani y su esposa Lucia Galeazzi, Alessandro Volta y otros. Naturalistas, exploradores y misioneros habían escrito sobre la anguila eléctrica en las cuencas sudamericanas del Orinoco y el Amazonas ya desde principios del siglo XVI. Dado que numerosos de ellos eran jesuitas, el trabajo de Termeyer puede verse como un ejemplo más de esta tradición investigativa.
El equipo eléctrico con que contaba Termeyer en la reducción de San Javier (hoy provincia de Santa Fe) consistía en un electroscopio (con dos esferas de médula de saúco), una máquina electrostática (tipo Hauksbee), una botella de Leyden, cuadrados de Franklin (placas de vidrio recubiertas en ambos lados por hojas de metal, que se utilizaban como condensadores), distintos tipos de conductores, soportes aislantes de vidrio y un pan de resina. Termeyer no indica dónde había conseguido este equipo estándar para un laboratorio eléctrico del siglo XVIII. Lo más plausible es que lo haya traído consigo a América.
Termeyer describió dos especies diferentes de peces a los que llamó “anguilas”***. Dio cuenta de 16 experimentos sobre las descargas producidas por estos peces, que Miguel de Asúa resume de este modo: “Termeyer relata que cuando ingresó a un cuarto oscuro en el que había un recipiente con los peces y los tocó, recibió la correspondiente descarga pero no chispa alguna. Este episodio lo hizo dudar de que el efecto de la “anguila” fuera “eléctrico”, que era lo que hasta el momento creía (en el vocabulario de la época “eléctrico” significaba asimilable a una descarga electrostática)”.
“La primera serie de experimentos –prosigue el historiador– tuvo el propósito de investigar si la descarga era debida a la ´electricidad´. La estrategia de investigación consistía en tratar de obtener los efectos propios de la electricidad estática a partir del pez. Termeyer observó que, a diferencia de lo que sucedía con la máquina electrostática, el animal era incapaz de provocar atracción o repulsión en las esferitas del electroscopio o de inducir movimiento en polvo de salvado u hojuelas de oro. Fuera del agua y suspendido de hilos de seda, la ´anguila´ tampoco podía generar una chispa en presencia de un conductor situado en su inmediata cercanía (un dedo humano, un trozo de hierro, un trozo de cobre y otros)”.
“Un segundo grupo de experimentos consistió en comparar la descarga producida por la botella de Leyden sobre una cadena de ocho personas**** con la descarga de la anguila (en este segundo caso, la persona en un extremo de la cadena tocaba las burbujas de aire que se desprendían de las branquias del pez)”, señala de Asúa. A lo que agrega: “Este tipo de experimentos era usual en Europa; el famoso experimentador abate Jean Antoine Nollet llegó a electrificar una cadena de 180 gendarmes delante del rey de Francia y repitió la hazaña con una cadena de 200 monjes cartujos, utilizando jarras de Leyden. El jesuita Niccoló Cabeo también electrificaba cadenas de personas”.
Posteriormente, Termeyer probó las descargas obtenidas cuando se interponían entre la “anguila” y las cadenas humanas elementos tales como una flecha o una caña de pescar, es decir, objetos cotidianos que tenía a mano. La última serie de experimentos consistió en producir descargas del pez eléctrico en animales tales como un gato, una cadena de cuatro perros, peces y gallinas, y luego comparar estos efectos con aquellos debidos a descargas electrostáticas sobre los mismos animales (obtenidas a partir de la botella de Leyden, los cuadrados de Franklin o la máquina electrostática).
Termeyer proponía erróneamente que el fenómeno de los gimnotos y otros peces eléctricos se debía a un tercer fluido diferente a los que proponían Galvani y Volta, algo que denominó “fluido gimnótico”. Consecuentemente, para él la anguila eléctrica, en definitiva, no era eléctrica. Ocurría que, como postuló de Asúa, “sus teorías eléctricas estaban relativamente fuera de fase en relación al estado de la cuestión en ese momento”.
El principal problema con estos trabajos de Termeyer es que, como ya se señaló, no hay en la actualidad anguilas eléctricas en la cuenca Parano-platense; son propias de la cuenca amazónica. Por la otra posibilidad, la de que las descripciones de los experimentos sean ficcionales, suena descabellada—tienen un aura de autenticidad que inclina a la persona que las lee a otorgarles crédito. Asúa opina que, como historiador, hay que tomarlo en serio y concluir que estos fueron, probablemente (no conviene ser demasiado taxativo en esto) los primeros experimentos efectuados en el Río de la Plata (“experimentos” que eran totalmente congruentes con el estilo experimental de fines del siglo XVIII).
Centro de Divulgación Científica – FFyB – UBA
Notas
*Para los estudios astronómicos del jesuita Buenaventura Suárez, ver en Farmacia y Bioquímica en foco: PAPERS IMPERDIBLES. LA OBSERVACIÓN DE LOS CIELOS DEL SUR EN EL SIGLO XVIII
** El Gran Chaco es una región que abarca parte de los actuales territorios de la Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay. En los tiempos en que Termeyer realizaba sus experimentos, como dijimos en la actual provincia argentina de Santa Fe, en la parte meridional del Gran Chaco, vivían los indígenas guaycurúes, denominación que hace referencia a una familia lingüística que comprende a los grupos abipones, mocovíes, mbayás (caduveos actuales), payaguás, tobas y pilagás (Modificado de Rosso, Cintia N. Los “hechiceros” guaycurúes en el Gran Chaco durante el siglo XVIII. https://revistas.unal.edu.co/index.php/maguare/article/view/35271/39549).
*** “Es sabido que no hay anguila eléctrica (Electrophorus electricus) en la cuenca Parano-Platense, con lo cual queda el enigma de dónde obtenía Termeyer los especímenes que utilizaba”, advierte Miguel de Asúa.
**** Aunque eran prácticas habituales, no está de más señalar cuán reñidas estaban de la ética de la investigación, tal como la concebimos hoy.
Publicaciones de Ramón María Termeyer de interés para la temática
Termeyer, Ramón María. “Intorno ad un’ Anguilla, ossia Ginnoto Americano. Conghieture della cagione dei mirabili effetti risultanti dal mediato, ed inmediato contatto del medesimo”, en: Termeyer R. M., Opuscoli scientifici d’entomologia, di fisica e d’agricoltura, 5 tomos, Milano, Carlo Dova, 1810.
Termeyer, Ramón. Esperienze e riflessioni sulla Torpedine. Raccolta Ferrarese di opuscoli scientifici et letterati, 8 (1781): 23–70.
Bibliografía
De Asúa, Miguel. Science in the Vanished Arcadia. Knowledge of Nature in the Jesuit Missions of Paraguay and Río de la Plata. Brill, Leiden | Boston, 2014, pp. 279-96.
de Asúa, M. Ciencia en la arcadia desvanecida. Conocimiento de la naturaleza en las misiones jesuíticas del Paraguay y el Río de la Plata. Investigaciones y Ensayos, Nº 63, (julio-diciembre 2016), pp. 171-190.
de Asúa, Miguel. Ramón María Termeyer S.I. y sus experimentos sobre electricidad animal en el Río de la Plata. Stromata, 2005, 61(3-4): 231-248.
Real Academia de la Historia. Ramón María Termeyer. Biografía. https://dbe.rah.es/biografias/47192/ramon-maria-termeyer