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En la década de 1950, William Scoville llevó a cabo una serie de lobotomías en pacientes con enfermedades neurológicas resistentes a medicación, desconociendo las secuelas permanentes que les causaría y cómo estas marcarían un antes y un después en la historia de las neurociencias.

Una lobotomía es una cirugía en la cual se perfora el cráneo y se inserta un elemento cortante, con el fin de cercenar conexiones neuronales entre distintas estructuras cerebrales.

Hoy en día podrá parecer un despropósito, pero en las décadas de 1940 y 1950 estas intervenciones eran un tratamiento común para los trastornos mentales, dolor o epilepsia intratables. Si bien una gran cantidad de las lobotomías se realizaban en pacientes con síntomas graves para los cuales no existía medicación, otras tantas tenían el fin de apaciguar personalidades conflictivas, como el famoso caso de Howard Dully, un niño de 12 años al que se le realizó una lobotomía transorbital porque, según su madrastra, era demasiado revoltoso.

En una gran cantidad de los casos las operaciones convertían a los pacientes en algo apenas más funcional que un vegetal, una característica que para la época se consideraba una verdadera virtud en el carácter de un enfermo mental (o una esposa).

Entre 1951 y 1954 William Beecher Scoville, un neurocirujano estadounidense, realizó una serie de operaciones en diez pacientes con distintos trastornos neurológicos. En su mayoría se trató de mujeres esquizofrénicas, además de un paciente con epilepsia severa resistente a fármacos. En todos los casos, Scoville se dispuso a remover o dañar una porción o la totalidad del hipocampo y estructuras asociadas, en el lóbulo temporal medial del cerebro (Figura 1).

En 1957, Scoville y la neuropsicóloga inglesa Brenda Milner publicaron “Loss of recent memory after bilateral hippocampal lesions”, uno de los trabajos más citados en la historia de las neurociencias. En él detallaron las operaciones realizadas junto con los análisis y observaciones posteriores, y describieron una característica particular que compartían la mayoría de los pacientes tratados: pérdida de memoria. Dividieron los casos en tres categorías, basadas en cuán grave es este déficit y descubrieron una correlación directa entre este y la cantidad de tejido hipocampal removido. 

En un primer grupo, integrado por dos pacientes, no se observó ninguna disminución en sus capacidades. En estos casos las operaciones eliminaron fracciones relativamente pequeñas del hipocampo. Es interesante destacar que una de las pacientes pertenecientes a este grupo sufrió una remoción de 9 cm pero esta fue unilateral. Esto evidencia que el déficit en la memoria es causado sólo por una destrucción considerable del hipocampo en ambos lóbulos cerebrales. Hoy en día aún se realizan procedimientos similares a lobotomías unilaterales para tratar epilepsia severa ya que, como se observa en este caso, no generan déficit de memoria.

En otro grupo, representado por cinco pacientes con remociones bilaterales de entre 5 y 6 cm, observaron un déficit moderado en la memoria. Estos se caracterizaban por recordar lugares y eventos nuevos, pero eran incapaces de aprender cosas como nombres de personas desconocidas.

Diagrama del procedimiento y estructuras involucradas
Figura 1- Área removida bilateralmente desde los lóbulos temporales mediales, demostrando remociones de 5 y 8 cm con una trefina supraorbital. “Loss of recent memory after bilateral hippocampal lesions”, 1957.

El último grupo reúne aquellos casos en los cuales el déficit de memoria es severo, y está representado por tres pacientes a los que se le realizaron las remociones bilaterales más radicales. Luego de sus operaciones, estos pacientes “parecen olvidar los eventos de su vida cotidiana tan rápido como ocurren”.

Es aquí que encontramos el caso más icónico en la historia del estudio de la memoria. Henry Molaison, más conocido como H.M., tenía 27 años cuando, en 1953, se le realizó una remoción bilateral de 8 cm en el lóbulo temporal medial. Este hombre sufría de convulsiones graves y constantes desde los 16 años, que no respondían a ningún tratamiento y le impedían llevar una vida normal.

Inmediatamente después de su recuperación, Scoville observa los sorprendentes e inesperados efectos secundarios. H.M. no reconoce a ninguno de sus médicos, “no puede encontrar el camino al baño” y tiene apenas un vago recuerdo de haber pasado por la operación. Luego de realizarle varias pruebas descubren que su Coeficiente Intelectual en general ha aumentado y sus ataques han disminuido considerablemente, pero sufre de una amnesia retrógrada de hasta 3 años previos a la intervención y es incapaz de adquirir nuevas memorias.

La clave en la que reside la importancia de este caso es el descubrimiento de que existen más de un tipo de memoria y que ellas dependen de distintas partes del cerebro (memorias declarativas y procedurales, para mayor información ver http://enfoco.ffyb.uba.ar/content/%C2%BFsomos-nuestras-memorias). En H.M. se ven afectadas específicamente las memorias declarativas, dependientes del hipocampo; sin embargo, otros tipos de aprendizaje se mantienen intactos. Se ha llegado a estas conclusiones gracias al constante y metódico análisis al que este hombre fue sometido a lo largo de los años. Una gran cantidad de investigadores se involucraron en el seguimiento de H.M. entre los cuales se destaca Suzanne Corkin, profesora del Departamento de Ciencias Cognitivas y del Cerebro del MIT, quien se involucró en el caso en 1962.

H.M. nunca se recuperó completamente de las secuelas causadas por la operación, aunque en los años subsiguientes se pudo observar una leve mejoría en su memoria. Fue capaz de aprender la disposición de las habitaciones de su nuevo hogar y de reconocer su barrio luego de varios años de vivir en el mismo lugar.

Consolidación de la memoria: proceso de estabilización de una memoria luego de su adquisición

Murió en 2008 por una falla respiratoria, y el grupo de Corkin tuvo el “privilegio” de analizar en profundidad su cerebro, para terminar de responder las incógnitas que rodean al caso.  Más allá de los síntomas relacionados con la memoria, H.M. mostraba una disminución en la expresión de emociones, falta de iniciativa y una cierta insensibilidad al dolor. Todos estos signos son consistentes con lo hallado en el análisis post mortem de su cerebro. Por ejemplo, el circuito que relaciona al hipocampo con el neocortex, encargado de la consolidación de memorias, había sido destruido durante la operación, haciendo imposible la adquisición de nuevos recuerdos; la porción anterior del hipocampo y la amígdala también fueron eliminados, pudiendo explicar la falta de motivación y emociones.

En la actualidad debemos agradecer al avance de la medicina la falta de utilidad de las lobotomías en general, siendo estas una de las prácticas más invasivas, criticables y controversiales en el tratamiento de trastornos neurológicos. Pero de ninguna manera debemos olvidar los aportes fundamentales que este tipo de prácticas han hecho a las neurociencias. En este sentido, la descripción del paciente HM constituye un hito seminal en la investigación de la neurobiología del aprendizaje y la memoria pues, a partir de él, la comunidad científica comenzó a comprender y describir diferentes tipos de memoria dependiente de distintas estructuras cerebrales.

Loss of recent memory after bilateral hippocampal lesions
W. B. Scoville and B. Milner, 1957

J Neurol Neurosurg Psychiatry 20(1):11-21

BIBLIOGRAFÍA SUGERIDA

Scoville WB, Milner B. Loss of recent memory after bilateral hippocampal lesions. J Neurol Neurosurg Psychiatry. 1957 20(1):11-21.
Milner B, Corkin S and Teuber H-L. Further analysis of the hippocampal amnesic syndrome: 14-year follow-up study of H.M. Neuropsychologia. 1968 6(3): 215-234.
Corkin S. What’s new with the amnesic patient H.M.? Nat. Rev. Neurosci. 2002 3(2): 153-160.
Annese J, Schenker-Ahmed NM, Bartsch H, Maechler P, Sheh C, Thomas N, Kayano J, Ghatan A, Bresler N, Frosch MP, Klaming R, Corkin S. Postmortem examination of patient H.M.’s brain based on histological sectioning and digital 3D reconstruction. Nat Commun. 2014 5:3122.

Julieta Millan, María C. Krawcyk y Mariano Boccia
Millan es licenciada en Biología, UNLP, y estudiante de doctorado en el Laboratorio de Neurofarmacología de los Procesos de Memoria, Cátedra de Farmacología, FFyB-UBA.
Krawczyk es licenciada en Biología, FCEyN-UBA, doctora de la UBA e investigadora del CONICET.
Boccia es bioquímico y farmacéutico, doctor de la UBA, profesor asociado de Farmacología, Facultad de Farmacia y Bioquímica, UBA, e investigador del CONICET.

Papers imperdibles. La importancia de la serendipia: un antes y un después en la neurobiología de la memoria

Desde lobotomías hasta pacientes famosos como H.M., esta trivia te va a dejar flasheando con las cosas que le hacían a la gente en los ’50

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Las lobotomías en los años 1950 eran un tratamiento sin ningún tipo de riesgos ni consecuencias.

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Scoville realizó una operación que permitió descubrir que existen diferentes tipos de memoria en el cerebro

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H.M. se recuperó completamente de los efectos de la operación y volvió a su vida anterior sin problemas.

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