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Últimamente, vemos en las redes sociales que chicas y chicos fitness e influencers promocionan distintos suplementos y proteínas de origen vegetal con el fin de obtener figuras modélicas, vistas, claro, desde los parámetros hegemónicos de ´belleza´. Desde FFyB En Foco queremos llevar un poco de luz sobre esta cuestión, en especial porque los adolescentes o adultos jóvenes pueden ser incitados a consumir estos productos “mágicos”, acríticamente.

Llevar una vida sana y plena es un combo imprescindible, que incluye alimentación equilibrada, deporte, descanso, etc. Ningún producto genera resultados fantásticos, sabido es. Los resultados asombrosos que venden estos suplementos solo se logran con perseverancia y una vida saludable.

“Me ayuda a aumentar masa muscular y reducir grasa”, “le pongo este polvo a la comida y como sin culpa”, “con este batido reemplazo las comidas y bajo de peso”, suele escucharse. Nuestra cultura, caracterizada por un desarrollo de las comunicaciones y del consumo, parece favorecer el bombardeo permanente de mensajes publicitarios dirigidos a sostener un ideal de belleza que debe ser alcanzado a cualquier costo, donde la delgadez es el parámetro dominante, pero con curvas bien marcadas.

Polvos bloqueadores de hidratos, batidos quemagrasa, pastillas que reducen el apetito, tés adelgazantes; existe una amplia variedad de productos o suplementos dietéticos que se comercializan libremente con una amplia difusión en los medios de comunicación y las redes sociales, que prometen perder peso de manera rápida, fácil, casi milagrosa, y sin modificar el estilo de vida.

Según la ANMAT, los suplementos dietéticos son aquellos productos destinados a incrementar la ingesta dietaria habitual, suplementando la incorporación de nutrientes y/u otros ingredientes en la dieta de las personas sanas que, no encontrándose en condiciones patológicas, presenten necesidades básicas dietarias no satisfechas o mayores a las habituales. Deberán ser de administración oral y podrán presentarse en formas sólidas (comprimidos, cápsulas, granulado, polvos u otras) o líquidas (gotas, solución, u otras), u otras formas para absorción gastrointestinal…”. Contienen algunos de los siguientes nutrientes: proteínas, lípidos, aminoácidos, glúcidos o carbohidratos, vitaminas, minerales, fibra dietaria y hierbas.

Los suplementos dietarios no deben ser confundidos con medicamentos porque, a diferencia de estos, están destinados a personas sanas y no cuentan con la base científica de efectividad e inocuidad que requieren. Estos productos, al ser de venta libre, cautivan a la población, que sin la asesoría profesional adecuada, se encuentran expuestos a riesgos como consecuencia de su consumo.

¿Realmente funcionan?

“Si algo parece demasiado bueno para ser cierto, probablemente no lo sea“. Pensemos… si tuviésemos tantas maravillosas soluciones para perder peso, ¿por qué somos uno de los países con más obesidad del mundo?⠀⠀⠀

Hay dos suplementos que se promocionan en forma constante y que muchos famosos, en publicidad no tradicional (PNT), cuando son halagados por su figura, mencionan que los consumen con buenos resultadosUno es el polvo “bloqueador de hidratos de carbono”, cuyo componente ´activo´ es la faseolamina, una sustancia que se extrae del poroto blanco, a la que se le atribuye la capacidad de inhibir la amilasa, una enzima que participa en la digestión del almidón. Entonces, inhibiendo a esta enzima, ´teóricamente´ no se podrían absorber los carbohidratos ingeridos con los alimentos, y por este motivo este producto produciría descenso de peso.

La poca evidencia que presentan muestra que, en grandes cantidades, este producto no  inhibe sino que  retrasa la absorción del almidón (solo del almidón, no así de los azúcares); es decir, la misma función que cumple la fibra alimentaria que encontramos en cereales integrales, legumbres, verduras y frutas. Además, ninguno de los escasos ensayos clínicos realizados muestra una pérdida de peso en los sujetos que consumieron este producto.

El otro producto del momento se presenta en cápsulas o en forma de batido, elaborado con nutrientes de origen vegetal, que estimularían diferentes vías metabólicas, que ayudarían a oxidar las grasas, generando un descenso de peso. La AMPK (en mayúscula) es una enzima  que interviene en el metabolismo energético. Cuando hay poca energía disponible a nivel intracelular, esta enzima se activa generando un efecto catabólico de degradación de lípidos y proteínas, para que se genere energía.

El suplemento al que aludimos tiene el mismo nombre pero en minúscula,  porque sería ilegal publicitarlo con la denominación de la enzima; es decir, en su composición no contiene  la enzima AMPK; solo tiene vitaminas, minerales y proteínas. Sería inviable ingerirla por vía oral porque se trata de una proteína de más de 500 aminoácidos, que no podría resistir la actividad de las enzimas digestivas, y menos aún pasar al torrente sanguíneo.

Por un lado, no existe ningún método avalado científicamente que “queme grasas” o que “inhiba” la absorción de nutrientes. Pero, más grave aún es que este tipo de productos representan un riesgo para la salud, y fomentan un pensamiento mágico, que no implica modificar los hábitos inadecuados de alimentación y de actividad física, que constituyen las causas primarias del sobrepeso y la obesidad. Incluso, su utilización no pasa desapercibida para quien lo consuma: también genera un daño emocional ya que, al no llegar al resultado esperado, genera más ansiedad y frustración; sin contar la pérdida importante de dinero que supone su consumo.

Pero, además, este tipo de productos fomenta una mala relación con la comida, nos siguen enseñando a compensar, a sentir culpa por comer; es decir, nos enseñan a comer grandes volúmenes de comida y luego reparar esta conducta con un suplemento, en lugar de enseñarnos a comer de forma sana, a conocer la porción adecuada y generar hábitos de alimentación saludables. Además, los hidratos de carbono son la principal fuente de energía, entonces ¿por qué no tenemos que absorberlos?, el tema es hacer una buena selección de los mismos.

Una alimentación saludable

Mucha gente sigue buscando constantemente métodos para bajar de peso que funcionen, que brinden un resultado rápido, una solución fácil, con poco esfuerzo, sin tener en cuenta que lo que en verdad necesitan es un tratamiento a largo plazo, adecuado para cada persona e integral, que incluya cambios en el estilo de vida, basado en una alimentación saludable y apropiada actividad física.

Sumar alimentos reales como frutas y verduras de todos los colores, legumbres, semillas, frutas secas, cambiar harinas blancas refinadas por integrales, preferir agua en lugar de gaseosas o jugos industrializados y disminuir el consumo de productos ultraprocesados constituye la base de una alimentación saludable.

Sí, se puede aprender a comer de forma saludable, disfrutando el proceso, y al mismo tiempo, descender de peso y poder mantenerlo en el tiempo; el cambio de hábitos es el único camino para generar un cambio favorable de salud.

María Gabriela Lloret es licenciada en Nutrición por la Universidad de Buenos Aires, con posgrado universitario en Obesidad en la Universidad Favaloro.
Instagram @nutriciongall