Si bien es cierto que la telemedicina se implementa desde hace ya algunos años en diversos países, en el contexto que impuso la pandemia global de Covid-19 experimentó un notable crecimiento, incorporándose inicialmente la supervisión remota de pacientes y el control epidemiológico. El doctor Ricardo Plunkett nos habla de los desafíos que supone el cuidado de la salud con herramientas digitales.
¿Qué es la telemedicina? ¿Cuál es su utilidad? ¿En qué áreas de la medicina se utilizan más?
Según la Asociación Americana de Telemedicina, el término telemedicina o su sinónimo telesalud se refiere al uso de las tecnologías de la información y la comunicación (en inglés ICT) para ofrecer servicios del cuidado de la salud, atención clínica, y educación médica, de un sitio a otro, en orden de proveer diagnóstico, tratamiento y formación médica de una manera más rápida y eficiente.
Cuando utilizamos Smartphones o tabletas para intercambiar datos o información entre pacientes y médicos, se emplea el término salud móvil (considerada una rama de la telemedicina). Esquemáticamente, las aplicaciones de salud móvil se usan para registrar grandes volúmenes de información sobre estilos de vida y hábitos saludables.
El uso de la telemedicina, pensada inicialmente para servir a regiones geográficamente alejadas, no excluye ningún área de la medicina asistencial. Las áreas más desarrolladas fueron clásicamente radiología y cardiología, generalmente para fines diagnósticos, apoyo de unidades de terapia intensiva y monitoreo de signos vitales (telemonitoreo).
En 2020, la telemedicina experimentó un notable crecimiento, incorporándose inicialmente la supervisión remota de pacientes y el control epidemiológico en el escenario de la pandemia de COVID 19.
¿Qué significa telemonitoreo? ¿Cuáles son los pros y contras del telemonitoreo de diferentes signos vitales, como el ritmo cardíaco, la frecuencia respiratoria, la temperatura y la presión arterial?
Las variantes actuales de telemonitoreo utilizan Internet y nuevos dispositivos para adquirir y transferir signos vitales (por ejemplo, presión arterial, glucemia) a los médicos a cargo.
Estas nuevas variantes de telemonitoreo son de sencilla implementación, relativamente baratas, y prometen estrechar el vínculo entre pacientes y médicos, mejorando la adherencia y la inercia médica. Son estrategias que siguen mostrando resultados favorables en ensayos clínicos.
Anexar las prácticas telemédicas a los sistemas de salud supone un gran desafío. Desde el punto de vista teórico, la telemedicina no tiene desventajas, pero su implementación a gran escala requiere adaptarlas a la atención médica formal.
Para funcionar en la vida real deben cumplir requisitos en un marco médico (debe haber un profesional responsable), legal (debe asegurarse la confidencialidad y otras condiciones que atañen al acto médico) y tecnológico (las mediciones deben ser científicamente válidas).
Las estrategias de telemedicina que no cumplen estos requisitos pueden clasificarse como herramientas digitales informales relacionadas con la salud.
De lo mencionado, puede inferirse que existen variantes de telemedicina formales, que funcionan en todo el mundo, y un gran universo de herramientas digitales informales relacionadas con la salud (¡astronómicamente mayor!) a la espera de su oportunidad de calificar como telemedicina formal.
¿Qué son las herramientas digitales informales para fines de la salud? ¿En qué se basan la determinación de diferentes signos vitales mediante estas herramientas?
En relación con las herramientas digitales vinculadas a la salud, presenciamos en los últimos años una explosión de desarrollos de Apps relacionadas con estilos de vida saludables y la aparición de Wearables (dispositivos electrónicos que utiliza la gente para realizar actividad física). Estos dispositivos incluyen relojes inteligentes, muñequeras y bandas de registro de signos vitales (capaces de capturar mediciones de frecuencia cardíaca, presión arterial, saturación de oxígeno, distancias recorridas, velocidad de marcha, gasto calórico, etc.).
El uso de Wearables y Apps de salud alcanzó 245 millones de unidades en 2019, desde los 84 millones de 2015. El mercado de las Apps de salud seguirá creciendo y se espera un volumen de mercado de $17.856 millones de dólares para 2024.
¿Están avaladas por las sociedades científicas?
Por la mencionada complejidad que supone llevar estas tecnologías a la vida diaria, las Apps relacionadas con la salud y Wearables para actividad física aún no recibieron respaldo formal de las sociedades científicas médicas, salvo excepciones.
Entre las excepciones podemos citar desarrollos de la App Charge App de la Sociedad Europea de Hipertensión Arterial (ESH), o el apoyo, con algunas reservas, que la Sociedad Americana de Diabetes (ADA) y Sociedad Europea de Diabetes (ESD) dieron a las tecnologías de monitoreo continuo de la glucosa sanguínea. Esto derivó en el reconocimiento de la Food and Drug Administration (FDA) y algunas autoridades sanitarias de países europeos para el reembolso de la Tecnología a pacientes que sufren diabetes tipo I.
¿Estos dispositivos pueden considerarse un complemento para el profesional de la salud? Considerás que el uso de estas tecnologías, ¿es un cambio cultural o simplemente una moda?
En consonancia con los conceptos expresados por la Sociedad Americana del Corazón (AHA) en 2015, el control de las condiciones cardiovasculares y las enfermedades crónicas en general puede verse mejorado por la implementación de prácticas de telemedicina de calidad:
• Puede mejorar la accesibilidad al cuidado, y superar barreras geográficas.
• Puede integrarse al sistema de salud tradicional, y a la historia clínica digital.
• Puede mejorar la calidad de atención, integrando modalidades como por ejemplo el telemonitoreo.
• La implementación a gran escala de la telemedicina puede cambiar la práctica médica mundial como la conocemos.
¿Cómo se modificó el uso de la telemedicina luego de la pandemia por COVID-19?
Durante la pandemia por COVID19, la telemedicina formal (y muchas variantes informales, como por ejemplo el uso de WhatsApp para realizar teleconsultas) experimentaron un notable crecimiento. Los países flexibilizaron sus legislaciones para autorizar el uso de plataformas móviles y retribuir económicamente las prestaciones médicas remotas.
Se estima que, en EE.UU. durante 2021, el 82 % de los pacientes planea seguir utilizando servicios de telemedicina durante y luego de la pandemia.
Hay evidencia sólida que demuestra el interés de los pacientes en todo el mundo por las prácticas de telemedicina a partir de la pandemia de COVID19. Esta tendencia es liderada por países que ya disponían de telemedicina formal previo a la pandemia (EE.UU., Europa Occidental, Canadá, entre otros).
El desafío que supuso responder con telemedicina a la problemática de la pandemia generó interrogantes para pacientes y médicos que esperan respuestas definitivas basadas en evidencia: ¿Cuándo elegir telemedicina y cuando tratamiento clásico?, ¿cómo salvaguardar la responsabilidad médica y la privacidad del paciente?, ¿cómo integrar mi información a la historia clínica digital?, ¿mi país aspira a tener historia digital?, ¿cómo pagar las consultas virtuales?. El cambio está en curso; los sistemas sanitarios, pacientes, médicos y desarrolladores privados están llamados a debatir el futuro.
Tecnologías de la información y la comunicación (abreviatura en inglés ICT): conjunto de recursos necesarios para tratar información a través de ordenadores y dispositivos electrónicos, aplicaciones informáticas y redes necesarias para convertirla, almacenarla, administrarla y transmitirla. A nivel de usuario individual o institucional.
Dr. Ricardo Plunkett, Médico de staff del Servicio de Endocrinología, Hospital Privado Dr. Raúl Matera, Bahía Blanca, Argentina. Miembro de grupo de Trabajo “Monitoreo Ambulatorio de Presión Arterial y Telemedicina “, Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial.
Entrevistó: doctora Analía Tomat, profesora adjunta, Cátedra de Fisiología, Facultad de Farmacia y Bioquímica, UBA, y miembro del Comité editorial de FFyB En Foco.
Bibliografía
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