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Cuando hacemos un repaso de la historia de la ciencia en Argentina observamos que en el área de las ciencias de la salud se destacan numerosos científicos. Y uno de ellos es Eduardo Braun Menéndez.

Al estudiar las enfermedades cardiovasculares, vemos que la presión arterial y los riñones se encuentran fuertemente vinculados por el sistema renina-angiotensina-aldosterona (SRAA). Este sistema es crucial para el mantenimiento de la presión arterial, y su desbalance juega un rol clave en la hipertensión arterial.

El estudio del SRAA comenzó allá por el año 1898. Tigerstedt y Bergman evaluaron el efecto de extractos renales de conejo sobre la presión arterial. Descubrieron la presencia de un agente presor en el tejido renal, y lo denominaron renina debido a su origen.

A partir de este descubrimiento se intentaron desarrollar modelos experimentales con hipertensión arterial nefrogénica. Recién en el año 1934 Harry Goldblatt indujo hipertensión experimental en perros al clampear la arteria renal.

Y fue durante 1939 que 2 grupos independientes de investigadores, uno perteneciente al Instituto de Fisiología de la Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, Argentina, liderados por el Dr. Bernardo Houssay junto con los Dres. Fasciolo, Braun Menéndez, Leloir, Muñoz y Taquini, y el otro a Laboratorios Eli Lilly, Indianápolis, EEUU, integrado por los Dres. Page y Helmer, utilizando la técnica Goldblatt demostraron la secreción renal de un agente presor similar a la renina.

Ambos equipos describieron la presencia de un nuevo compuesto en la sangre de la vena renal de los riñones isquémicos. Este agente se extrajo de la sangre con acetona al 70% y tuvo un breve efecto presor. Ambos grupos concluyeron que la renina actuaba enzimáticamente sobre una proteína plasmática para producir la nueva sustancia.

En Buenos Aires, la llamaron hipertensina; y en los Estados Unidos, angiotonina.

En 1958 Eduardo Braun Menéndez, de Argentina, e Irving H. Page, de los Estados Unidos, acordaron llamarlo angiotensina.

Pero… ¿quién fue Eduardo Braun Menéndez?

Nació en Punta Arenas el 16 de enero de 1903, en el seno de una familia pionera en la Patagonia Austral. Sus estudios primarios y secundarios los realizó en su ciudad natal y en Valparaíso. Y completó sus estudios universitarios en la Facultad de Medicina, UBA, obteniendo el título de doctor en Medicina en 1929. Formó una familia numerosa, adoptó la ciudadanía argentina, y desarrolló toda su vida académica y científica en nuestro país.

Se formó como cardiólogo junto al profesor Rafael Bullrich, en el Hospital Ramos Mejía.

Durante 1929 realizó cursos de especialización en París y Viena.

Ganó el premio anual a la mejor tesis de la Facultad de Medicina y fundó la Revista Argentina de Cardiología durante el año 1934.

En 1935 ingresó al Instituto de Fisiología, dirigido por el Dr. Bernardo Houssay. Desarrolló numerosos trabajos de investigación, siempre relacionados con distintas patologías cardiovasculares, que dieron origen a múltiples publicaciones científicas.

En 1938 fue miembro fundador de la Sociedad Argentina de Cardiología, que presidió en 1951. Posteriormente viajó a Londres para realizar trabajos de investigación en el University College. Regresó a Buenos Aires y continuó con sus trabajos en hipertensión arterial. A lo largo de su vida académica publicó numerosos libros de su especialidad. En 1942 fue nombrado Profesor Adjunto en la Facultad de Medicina de la UBA. Fue cofundador del Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME) en 1944. Participó de la fundación y edición de revistas científicas. Fue presidente de sociedades científicas. En el año 1958, Director fundador del CONICET. Ese mismo año posibilitó la compra de Clementina, la primera computadora argentina.

Y el 16 de enero de 1959 falleció en un accidente de avión en la ciudad de Mar del Plata, junto a su hija Magdalena.

Si bien tuvo una muerte prematura, su legado científico es muy importante, y continúan vigentes muchas de sus expresiones y deseos:

“El mundo necesita más moral, pero también más ciencia. La investigación de la verdad, por su propia belleza, es también sana y contribuye a mejorar al hombre”

“Para ser investigador no basta querer serlo, se requiere vocación, aptitudes morales e intelectuales, una larga preparación y, sobre todo, arduo trabajo”

Prof. Dra. Rosana Elesgaray.Catedra de Fisiología, Facultad de Farmacia y Bioquímica, UBA.

Fuentes:

Tigerstedt R, Bergman PG. Niere und Kreislauf. Skand Arch Physiol. 1898;8:223–271.

Eduardo Braun Menéndez. Ciencia y conciencia. Una vida inspiradora. Ignacio Peña y Guillermo Jaim Etcheverry. Editores. ISBN 978-987-33-8297-0

Alberto C. Taquini y el 75° Aniversario del descubrimiento de la Angiotensina: 70° aniversario de la fundación del Instituto de Investigaciones Cardiológicas. José Milei y col. ISBN: 978-987-45414-0-6